pollution of environment by combustible gas of a car

La calidad del aire en muchas ciudades europeas supera las directrices de calidad del aire estimadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La Alianza Europea de Salud Pública (EPHA, por sus siglas en inglés) ya estimó que el transporte es una fuente importante de contaminación del aire urbano, con un coste de 67 a 80 mil millones de euros en la UE. Ahora, este organismo ha puesto el foco en el cálculo integral de los daños que supone la contaminación en la salud de las personas.

El documento, denominado ‘Los costes sanitarios de la contaminación atmosférica en las ciudades europeas y la vinculación con el transporte‘, es “la más grande de este tipo”, en relación al número de contaminantes y ciudades estudiadas, según la propia EPHA. El objetivo del estudio es “calcular los costes sociales de la contaminación del aire a nivel individual de las ciudades con una metodología común”, han señalado los autores.

“La situación puede verse influenciada por las políticas de transporte, las ciudades pueden reducir los costos cambiando a la movilidad urbana de cero emisiones”, destacó el secretario general interino de la EPHA, Sascha Marschang, durante la presentación online del informe el pasado octubre. El responsable anima a los gobiernos y las administraciones públicas a tomar las riendas de las emisiones de las ciudades, en apoyo de líneas sostenibles que fomenten un aire más limpio.

Esta petición por parte del experto de la EPHA se sostiene tras conocer la principal conclusión del estudio, que está ligada a los costes económicos asociados a cada ciudadano europeo.

La contaminación del aire, punto de encuentro de la economía y las ciencias de la salud

La contaminación del aire impacta en la economía de los ciudadanos y los costes sanitarios nacionales. Concretamente, la contaminación del aire cuesta a los europeos 1.276 euros cada año. En España, este coste supone para el residente medio de una ciudad casi 1.000 euros anuales (926 euros).

Para llevar a cabo el estudio, la Alianza Europea de Salud Pública recibió financiación mediante una subvención operativa del Programa de Salud de la Unión Europea (2014-2020). Asimismo, contó con la colaboración de CE Delft, una organización independiente de investigación y consultoría especializada en el desarrollo de soluciones a problemas ambientales.

“La contaminación del aire en economía es un ‘efecto tradicional externo’, el individuo no puede elegir su nivel de contaminación”, indicó el responsable de CE Delf, Sander de Bruyn durante la presentación del estudio de la EPHA. Según el experto, el impacto de las actividades en polución del aire “debería pagarlo el que contamina”.

En este contexto, la EPHA ha examinado 432 ciudades en todos los países de la UE, además de Reino Unido, Suiza y Noruega, para cuantificar la magnitud del daño que el aire tóxico está causando en la salud de las personas. Los investigadores tomaron los últimos datos completos de Eurostat y las estaciones de monitoreo oficiales de 2018. Sin embargo, los expertos excluyeron la contaminación del aire en interiores. Este fue el primer paso del método elegido por los expertos.

Causas de contaminación estudiadas

En este sentido, el informe que ha presentado la EPHA cuantifica el valor monetario de la muerte prematura, el tratamiento médico, las jornadas laborales pérdidas y otros costes sanitarios. Este coste es el que han denominado como coste social.

Los costes sociales engloban los costes de mercado y los costes no comerciales, según explican los autores en el documento. Los costes de mercado son equivalentes a gastos en sí, mientras que los costes no comerciales hacen referencia a los impactos en el bienestar que no genera gasto. En este sentido, existen algunos gastos asociados a la contaminación del aire que resultan en gastos como los ingresos hospitalarios, aunque la mayoría tienen impacto en el bienestar.

A través del análisis, la EPHA ha puesto el foco en intentar mostrar las desigualdades existentes entre los países europeos. Los investigadores han analizado los factores en función de los tres contaminantes del aire que causan la mayoría de las enfermedades y las muertes: partículas en suspensión (PM), ozono (O₃) y dióxido de nitrógeno (NO₂).

El material particulado es un término colectivo para partículas sólidas y líquidas en el aire. Las diferentes partículas se clasifican según el diámetro en distintas categorías PM10, PM2.5 Y PM0.1. Estas últimas son denominas partículas en suspensión ultrafinas. Los tres grupos estudiados tienen relación con las emisiones del transporte.

El material particulado supone un riesgo para la salud humana debido a que pueden penetrar en el cuerpo humano a través de las vías respiratorias. Este tipo de partículas están vinculadas a enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer.

Efectos en la salud

Las enfermedades que se ha demostrado que tienen una relación causal con PM2.5 son la enfermedad del corazón isquémico, el accidente cerebrovascular, el cáncer de pulmón, infecciones en las vías respiratorias y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

En relación a las partículas ultrafinas, los autores del estudio indican que existen evidencias de que causan la mayoría de los impactos adversos de la salud humana. Sin embargo, debido a su pequeño tamaño, las estaciones de control no pueden medirlas con frecuencia.

El ozono troposférico es un contaminante secundario del aire. Bajo determinadas condiciones climáticas, los investigadores señalan que la concentración de ozono puede formar nubes bajas formadas por hollines, dióxido de carbono (CO2), humos y polvos en suspensión. Este tipo de nubes también se conocen como ‘smog’.

“Se ha demostrado que la exposición a corto plazo al ozono tiene una relación causal con efectos respiratorios como la inflamación, el agravamiento de los síntomas asmáticos o el aumento de admisiones hospitalarias”

El ozono también es una de las causas de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Por otra parte, el dióxido de nitrógeno está vinculado principalmente al tráfico.

Los óxidos de nitrógeno entran en el cuerpo por inhalación y se absorben a través del tejido del sistema respiratoria en la circulación, según el Instituto Finlandés de Salud Ocupacional. Este contaminante produce un agravamiento de los síntomas en pacientes con asma, mayores alergias e inflamación.

De este gasto total, los investigadores del estudio han indicado que la mayor parte de los costos son causados por las partículas en suspensión (PM), que son las responsables de un promedio del 82,5 por ciento correspondiente a diversas fuentes de contaminación. Por otro lado, el ozono (O₃) causa el 2,5 por ciento de los costes. . Por último, el dióxido de nitrógeno (NO₂) es el encargado del 15 por ciento. Estas proporciones varían considerablemente entre ciudades.

La región de Europa central y oriental tiene la tasa más alta de muertes por contaminación del aire, mientras que el sur de Europa tiene la tasa más alta de enfermedades crónicas.

El responsable de CE Delf, Sander De Bruyn, explicó los pasos a seguir durante la elaboración del estudio para determinar el daño causado por estos contaminantes. En primer lugar, elaboraron y determinaron la calidad del aire en cada una de las ciudades. Para ello, se ayudaron de la base de datos de Eurostat y de las estadísticas de calidad del aire de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA).

El segundo paso fue cuantificar los impactos en la salud de las personas, tanto en enfermedades crónicas como en agudas, y, por último, valorar los impactos en términos económicos. Para este, los costes totales de daño los calcularon multiplicando los costes unitarios obtenidos por la población total afectada.

Transporte urbano

A pesar de las repercusiones económicas que supone la contaminación del aire, ya es conocida por ser la causa número uno de muertes prematuras por factores ambientales en Europa, según la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA).

Más de 500.000 muertes atribuidas a la contaminación del aire fueron atribuidas a la contaminación del aire en 2018 según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS)

Según un informe anterior de la EPHA, el transporte es una fuente importante de contaminación del aire urbano, con un coste de 67 a 80 mil millones de euros en la UE.

La cantidad de emisiones en un área determinada es una variable importante para explicar la calidad del aire urbano. En este sentido, los autores explican que relacionar las emisiones con las concentraciones de los contaminantes no es sencillo. Subrayan que el aumento de concentraciones de un determinado contaminante depende del tipo de contaminante, la altura de liberación del contaminante o las condiciones atmosféricas, entre otros.

Ciudades con más costes asociados en España

Si los costes son agrupados por ciudad, las personas que viven en ciudades grandes y caras tienden a enfrentar los costes de contaminación más altos. En este contexto, dos tercios de las ciudades rompen los estándares de aire limpio establecidos por la OMS. Los autores han determinado estas cifras en función de los niveles reportados de contaminación en cada ciudad, así como el tamaño, la estructura de edad y los niveles de vida de la población.

En España, los investigadores han analizado 48 ciudades. Barcelona y Madrid encabezan la lista de ciudades españolas que más gastan en relación a la contaminación del aire. Valencia ocuparía el tercer lugar con un gasto de 670.821.188 millones de euros, seguida de Zaragoza con 522.360.042 millones de euros y Palma de Mallorca con 412.439.883 millones.

A pesar de que las ciudades recientemente nombradas sean las que tienen más gastos sociales vinculados a la contaminación, Barcelona es la ciudad donde la contaminación resulta más cara para los ciudadanos.

Un coste de 1.256 euros, veinte euros por debajo de la media europea, es lo que gasta el residente medio de Barcelona. Guadalajara se encuentra en el segundo puesto con 1.183 euros y Madrid en tercer lugar con 1.069 euros.

En este contexto, la ciudad de Santa Cruz de Tenerife se sitúa por debajo de 400 euros per cápita. Con un total de 382 euros por habitante, esta ciudad se consolida como la “ciudad con menor daño en costo per cápita” en 2018, a nivel mundial.

Ciudades con más gastos a nivel mundial

Las cinco ciudades con los costes sociales más elevados en el mundo son Londres, con 11.380 millones de euros, seguida de Bucarest, con 6.350 millones de euros. En tercer lugar se encuentra Berlín con 5,240 millones de euros, Varsovia ocupa el cuarto puesto con 4.220 millones de euros y, finalmente, Roma con 4.110 millones de euros.

De media, cada habitante de una ciudad europea sufrió una pérdida de bienestar de más de 1.250 euros por pérdidas sanitarias directas e indirectas asociadas a la mala calidad del aire. Esta cifra equivale al 3,9 por ciento de los ingresos obtenidos en las ciudades, según señala el documento.

Sin embargo, existen ciudades como de Bulgaria, Rumania y Polonia, donde los costes asociados a la salud están entre el 8 y el 10 por ciento de los ingresos obtenidos.

El tamaño de la ciudad es un factor decisivo para estimar el coste. En esta línea, los autores señalan que todas las ciudades con una población superior a un millón figuran en la lista de ‘Las 25 ciudades principales con los costos sociales más altos debido a la contaminación del aire’. (Tabla 1)

Mortalidad asociada

La contaminación en las ciudades procede de muchas fuentes, como pueden ser las actividades de transporte, la agricultura o la industria. En este contexto, los autores señalan que “la participación relativa a cada fuente no puede evaluarse con certeza”. Por ello, los investigadores se basaron en el papel del transporte urbano y los costes asociados.

En este sentido, destacado el secretario general interino de la EPHA, Sascha Marschang, insta a los gobiernos de la Unión Europea a considerar dichos costos en transporte para “no obstaculizar la recuperación saludable en el contexto de la COVID-19”.

La mortalidad prematura es el componente más importante de los costos sociales. Según el estudio de la EPHA, la contribución promedio de la mortalidad a los costes sociales totales es del 76,1 por ciento en las 432 ciudades investigadas. Por el contrario, la contribución media de la morbilidad es del 23,9 por ciento.

Los investigadores del estudio señalan que los costes calculados “es probable que aumenten si se incluyen los relacionados con COVID-19“. Además, señalan que el análisis llevado a cabo precisa de datos individuales de ciudades. En este sentido, los expertos se basaron en los tiempos de viaje, la propiedad de automóviles y varios indicadores disponibles en cada país.

Reducir la contaminación del aire

Los autores señalan que “los límites de incertidumbre del estudio suelen rondar entre el 30 y el 40 por ciento”. Esto implica que las cifras que se han estudiado podrían ser un tercio más altas o más bajas.

Asimismo, los investigadores destacan que los costes a los que hace referencia el estudio son exclusivos del ámbito de la salud. En este sentido, costes asociados a factores ambientales no han sido incluidos en el estudio.

“Podrían existir otros costes de la contaminación del aire asociados a la degradación de los ecosistemas o a los impactos adversos en edificios y materiales”

Considerando dichos indicadores, el estudio muestra que “incluso pequeños cambios en los hábitos de transporte y las políticas de ciudad pueden marcar una diferencia sustancial”. En este sentido, los investigadores sostienen que un aumento del uno por ciento en el tiempo medio de viaje al trabajo aumenta los costes de las emisiones de PM10 en un 0,29 por ciento y los de NO2 en un 0,54 por ciento.

Asimismo, un aumento del uno por ciento en la cantidad de automóviles de una ciudad se traduce en un incremento del coste general en un 0,5 por ciento, según el estudio.

Por estos motivos, los autores del estudio lanzan una serie de recomendaciones para reducir la contaminación del aire en las ciudades europeas porque “debería ser una de las prioridades máximas para mejorar el bienestar de la población”, indican.

En primer lugar, animan a los gobiernos nacionales a evaluar los costes sociales asociados a la posesión de automóviles, debido a la correlación positiva con niveles altos de contaminación.

Asimismo, los investigadores sostienen que las políticas de transporte que mejoran la calidad del aire tienen beneficios colaterales en la salud pública, como la estimulación de una mayor actividad física al caminar o usar bicicleta.

El monitoreo del aire es otra de las recomendaciones fundamentales del estudio. Los investigadores subrayan que “algunas ciudades europeas tienen un número limitado de estaciones de monitoreo”.

“Sin una buena red de monitoreo, la contaminación puede ser subestimada y los costos de este estudio pueden ser, incluso, modestos”, concluyen los autores.