En su primer día en el Ministerio, Sanidad aprobaba, aunque con flexibilidad, la vuelta de las mascarillas a los centros sanitarios. Horas después de ser nombrado director general de Salud Pública, Pedro Gullón, doctor en Epidemiología y Salud Pública por la Universidad de Alcalá de Henares, acompañó a Mónica García durante el anuncio de la medida, que recordaba a la pandemia de COVID-19, etapa en la que Gullón colaboró con servicios de salud pública como el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias o en el Departamento de Salud de Navarra. Durante una entrevista, Gullón ha hecho un amplio repaso de sus objetivos en la Dirección General, y ha asegurado que, en estos primeros meses, espera avanzar en el plan de reducción del tabaquismo, en la creación de la Agencia Española de Salud Pública y en la promoción de la salud. Para Gullón, los dos grandes retos que tiene por delante la salud pública tienen que ver con el cambio climático y con la desigualdad social en salud.
En la pandemia, fue una de las principales fuentes informativas para medios de comunicación por lo que muchas personas ya le conocían. A principios de enero, fue nombrado director general de Salud Pública, ¿qué objetivos se marca al frente de la Dirección General?
Estar en la Administración es un rol muy diferente al de comunicar durante la pandemia, desde luego. Llego a la Dirección General intentando dar apoyo al trabajo que hacen las personas que trabajan en las diferentes subdirecciones y unidades. Como objetivo más transversal me gustaría que, tras mi periodo, podamos reivindicar la salud pública más allá de la pandemia; unos servicios de salud pública fuertes y un discurso público para favorecer políticas que puedan prevenir la enfermedad y promocionar la salud.
En su departamento, ¿cuáles son las primeras tareas pendientes que recoge de la ex directora general Pilar Aparicio?
Concretando un poco los objetivos de antes, estos primeros meses recogeré muchas actividades que Pilar Aparicio estaba realizando, y a la que quiero agradecer toda la disposición y facilidades en la transición. Esperamos que estos primeros meses consigamos avanzar en algunos de estos aspectos, como el plan de reducción del tabaquismo, la creación de la agencia española de salud pública o los decretos de vigilancia epidemiológica.
¿Cómo piensan avanzar desde su departamento en la coordinación con las políticas de otros ministerios y administraciones para avanzar en los determinantes sociales de la salud?
El concepto de salud en todas las políticas no es una cosa nueva, y tenemos ya mucha información científica sobre cómo las políticas de todos los sectores afectan a la salud. Ese enfoque de salud en todas las políticas ya estaba en los principios de la Ley General de Salud Pública de 2011 y esperamos que podamos concretar en esta legislatura mecanismos concretos para llevarlo a cabo. Una de las herramientas que se puede utilizar es lo que se conoce como la Evaluación de Impacto en Salud, de la cual hemos sacado recientemente una guía.
El reciente informe sobre la ‘Evaluación del desempeño del SNS frente a la pandemia de COVID-19’ advierte de las altas probabilidades de la llegada de una pandemia a “corto o medio plazo” y de la necesidad de activar y reforzar múltiples recursos, sanitarios y no sanitarios, para estar mejor preparados la próxima vez. ¿Cuál es su opinión sobre las conclusiones del informe y cómo va a enfocar su departamento las recomendaciones de acción que recoge? ¿Se está trabajando ya en el establecimiento de reservas estratégicas?
Yo creo que, una vez que han pasado cuatro años desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, ya podemos pensar en el futuro con un poco menos de urgencia y más de estrategia. Ya estamos avanzando en algunos de los elementos que se recogen en las conclusiones de la guía, como es toda la reforma del sistema de vigilancia y del cual tenemos propuestas normativas en marcha, o principalmente la creación de la agencia de salud pública, que puede darnos como país una estructura ágil que pueda responder, con unos profesionales de alta capacidad técnica, a los riesgos en salud presentes y futuro. Y esto sí que quiero recalcarlo. Creo que no deberíamos ver las reformas en la salud pública como exclusivamente una preparación a una futura pandemia, si no a mejorar las capacidades que tenemos para responder a los riesgos en salud que tenemos ya hoy y que tendremos en el futuro: enfermedades crónicas, contaminación atmosférica, cambio climático o desigualdades sociales en salud están en la agenda de lo que tenemos que tener en consideración.
A principios de enero, los virus respiratorios volvieron a acaparar los titulares por su impacto en la actividad de los centros de salud y la saturación de urgencias, plantas hospitalarias… Si la incidencia hubiera seguido en aumento, aparte de la obligatoriedad del uso de mascarillas en centros sanitarios, ¿qué otras medidas podríamos haber esperado los ciudadanos?
Por ahora, parece que los niveles de circulación de gripe alcanzaron el rango de lo que podemos considerar “alto” en los años antes de la COVID-19. Las mascarillas en los centros sanitarios no tienen como objetivo reducir la incidencia poblacional, su objetivo es proteger a personas vulnerables, que son las que con más frecuencia visitan los centros sanitarios. Para reducirla a nivel poblacional, debemos intentar evitar los lugares con mayor riesgo, lugares cerrados con mucha gente.
“Lo que hagamos de aquí al otoño puede ser importante para que el escenario de tensión en los servicios de salud con los virus respiratorios“
¿Cómo cree que podría evitarse que esta situación se reproduzca año tras año?
Para próximos años, creo que es importante que avancemos en medidas que nos adelanten a este escenario. Lo que hagamos de aquí al otoño puede ser importante para que el escenario de tensión en los servicios de salud con los virus respiratorios que ya vivíamos como algo habitual, no sea tan habitual. Para ello, necesitamos dar un impulso a las herramientas de prevención y de adaptación de los recursos. En ese sentido, yo valoro muy positivamente que el Ministerio esté pensando en agilizar las bajas por enfermedades comunes, ya que, por un lado, puede evitar que los trabajadores acudan enfermos a los lugares de trabajo (y sabemos que los lugares de trabajo son de alto riesgo de contagio) y, por otro, puede liberar de carga a los servicios de Atención Primaria.
¿Qué opinión le merecen las coberturas de vacunación frente a COVID y gripe que se han conseguido hasta el momento en las CC. AA? Dado que las cifras se alejan mucho de los objetivos marcados por la OMS, ¿cuál sería su hoja de ruta para mejorarlas?
Continuando con la pregunta anterior, una medida de prevención en la que se trabaja desde salud pública es la vacunación. Sobre ello quería comentar dos aspectos. El primero de ellos es que las cifras de vacunación de gripe se encuentran muy lejos de lo que se conseguía con las primeras dosis de COVID-19, pero no es una situación catastrófica, aunque esperamos mejorar. El segundo, es que cada vez tenemos mejor información sobre el registro de vacunación, que nos puede permitir desarrollar estrategias más concretas en vacunación. Esperamos que estos dos elementos, los aprendizajes de la COVID-19 y la información sobre la vacunación actual, nos permitan hacer acciones dirigidas a mejorar la cobertura de las personas que más lo necesitan. Siempre en línea con la OMS y las recomendaciones de vacunación que tengamos cada año.
Según su experiencia, y visto que las coberturas de vacunación de la población adulta se alejan mucho de las coberturas pediátricas, ¿qué medidas podrían activarse para mejorar en este sentido en un país tan envejecido como el nuestro?
De la COVID-19 pudimos aprender que en la vacunación podemos hacer una búsqueda activa. Los servicios de Atención Primaria ofrecen información a sus pacientes para que se vacunen anualmente contra la gripe, pero puede que en los próximos años consigamos aplicar estrategias para llegar a aquellos que, o por un lado rechazan vacunarse, o, por otro, no tienen una accesibilidad sanitaria tan alta. Para ello hay que repensar las campañas de vacunación clásicas, que sirven para llegar a una población, pero que probablemente tienen un techo en la población a la que se puede llegar.
Las resistencias antibióticas se han convertido en una amenaza de primer nivel para la salud pública y algunos las catalogan ya como la “pandemia silenciosa” ¿A qué nos enfrentamos y cómo abordar este problema desde la perspectiva one health?
Ya nos enfrentamos a ello. Si preguntas en cualquier servicio de infecciosas o de microbiología ya se encuentran con microorganismos con resistencias al límite de las herramientas que tenemos. Pero, en el futuro, esto puede ser peor todavía si no disponemos de un nuevo desarrollo de medicamentos antibióticos y no disminuimos la posibilidad de resistencia.
El desarrollo de medicamentos no es algo que se trabaje desde la Dirección General, pero en relación a la prevención de las resistencias, tenemos que trabajar en el nivel previo al ser humano, impulsando más conversaciones y coordinación con salud animal, y, en el propio ser humano, mejorando la prescripción de medicamentos, que ya hacemos con nuestra subdirección de calidad asistencial. Asentar el concepto one halth no es fácil, a nivel teórico lo sabemos bien, pero su aplicación concreta no va a ser tan sencillo.
En la anterior legislatura quedó pendiente la aprobación de la Ley para crear la Agencia Estatal de Salud Pública que ha sido identificada como una prioridad por la ministra Mónica García. ¿Qué aportará este organismo y qué ciudades se han ofrecido a alojarlo además de Zaragoza?
Es una prioridad absoluta, porque es una idea que ya estaba en la Ley General de Salud Pública del año 2011. Espero que nos pueda aportar un organismo técnico y con alto grado de independencia económica, que permita tener información científica y técnica para responder mejor a todos los retos de salud pública. Yo espero tener una fuente de información, evaluación y propuestas para la salud pública. Y para eso tenemos que darle independencia y presupuestos. Por ahora, estoy más preocupado por su estructura y funciones que por su sede concreta. Eso será el siguiente paso.
¿La ley antitabaco terminará por prohibir el tabaco en las terrazas de los bares, en las playas y en el interior de vehículos privados? ¿Se plantean medidas más restrictivas como las llevadas a cabo en otros países, orientadas a la subida de impuestos o prohibición de venta de tabaco en determinados casos?
Le ley integral del tabaco permitirá actuar en muchas de las direcciones de las estrategias internacionales de tabaco. Por un lado, intentar disminuir el tabaquismo, y estudiamos por ejemplo para ello aumentar el precio o disminuir la disponibilidad de los nuevos productos y, por otro, la protección de las personas no fumadoras mediante la ampliación de los espacios sin humo. Nuestra intención va a estar en la máxima protección de la salud posible intentando para ello no culpabilizar a las personas fumadores, si no intentando que el tabaco sea cada vez menos atractivo o fácil de conseguir, que sabemos que son estrategias que funcionan internacionalmente.
Con relación a la pregunta anterior y teniendo en cuenta que los expertos señalan que el uso de vapeadores abre en muchas ocasiones la puerta al consumo tabáquico, ¿Qué medidas contemplan para regular estos dispositivos?
Vamos a introducir el consumo de vapeadores en el plan de tabaquismo, son productos que, lejos de servir para dejar de fumar, inician en el tabaquismo.
¿Qué retos tiene por delante la salud pública?
Si te dijese solo dos grandes amenazas para la salud pública: el cambio climático y la desigualdad social en salud. Luego de ahí podemos derivar otros aspectos como el tener presupuestos adecuados para enfrentarnos a estos retos, los intereses de algunas industrias en contra de la salud de la población, o el auge dentro de algunas ideologías de discursos en contra de que todas las personas vivamos con mejor salud.