Las enfermedades neurológicas son la principal causa de discapacidad y la segunda causa de muerte en todo el mundo. Son uno de los desafíos más significativos para la salud, porque afectan notablemente a la calidad de vida de las personas y, además, generan importantes cargas económicas, tanto para los sistemas de salud, como para las economías familiares. De hecho, con el envejecimiento de la población se estima que la prevalencia de estas enfermedades aumente notablemente, ya que este es uno de los principales factores de riesgo para estas patologías.

Jesús Porta-Etessam, presidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN)

Según los últimos datos disponibles , relativos a 2020, el coste total de los trastornos neurológicos en Europa superó el billón de euros (1.000.000.000.000 ), lo que equivale al coste total de lo que supusieron todas las enfermedades cardíacas, cáncer y diabetes en su conjunto. Además, el hecho de que España tenga la esperanza de vida más alta de Europa deriva en que el número de enfermedades neurodegenerativas aumente muchísimo más, por el envejecimiento generalizado de la población.

En este sentido, Jesús Porta-Etessam, presidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN) señala que es imprescindible tratar de mitigar la carga de los trastornos neurológicos y para ello se requiere de estrategias integrales centradas en la prevención, detección temprana, acceso al tratamiento y seguimiento de los pacientes. Asimismo, añade que es fundamental realizar esfuerzos para mejorar la infraestructura y los recursos de atención médica, pero en ello tienen una gran influencia los determinantes sociales de la salud, es decir las circunstancias socioeconómicas en las que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen e, incluso, el sistema de salud al que tienen acceso.

Según los últimos datos disponibles , relativos a 2020, el coste total de los trastornos neurológicos en Europa superó el billón de euros

Alberto Giménez Artés, presidente de la Fundación Economía y Salud

Por su parte, Alberto Giménez Artés, presidente de la Fundación Economía y Salud, indica que en las enfermedades neurológicas, siempre se puede retrasar el deterioro cognitivo o físico y los déficits funcionales que le acompañan. No obstante, es necesario tener los recursos adecuados y la capacidad económica para hacerle frente mientras llegan las ayudas públicas que pueden demorarse en el tiempo. “Es necesario trabajar en la prevención y el diagnóstico precoz para aplicar terapias que retrasen el deterioro”, puntualiza el experto. “El nivel socioeconómico es un factor que condiciona el comportamiento individual ante la salud y las condiciones de salud de la población y esto no es ajeno a las enfermedades neurológicas”, asevera Porta-Etessam.

Aproximadamente el 70 por ciento de la carga global de trastornos neurológicos se concentra en países de bajos y medianos ingresos y, de forma análoga, en países más favorecidos económicamente, una gran mayoría de las principales enfermedades neurológicas recae en personas con bajos ingresos. Los factores socioeconómicos impactan significativamente en la prevención, el diagnóstico temprano, el tratamiento y el manejo de las enfermedades neurológicas, pero también en la salud en general. Muestra de ello es que, en los últimos años, se han publicado diversos estudios que han tratado de cuantificar este impacto en enfermedades como el alzhéimer y otras demencias, ictus, esclerosis múltiple, párkinson, epilepsia, migrañas y otro tipo de cefaleas, así como enfermedades neuromusculares o neuropatías.

Alzheimer

En el caso del alzhéimer y otras demencias, factores sociales como el nivel de educación, el acceso a cuidados de salud preventivos y el apoyo social pueden influir en su incidencia y manejo. De hecho, la SEN sostiene que las personas de entornos socioeconómicos más bajos tienen tres veces más probabilidades de desarrollar demencia de aparición temprana. Como explica el presidente de la SEN, cuando una persona procede de un nivel socioeconómico inferior, normalmente el nivel educacional es inferior, así como su cuidado frente a los factores de riesgo cerebrovasculares, lo que supone un mayor riesgo de desarrollar un deterioro cognitivo, ya que la reserva neuronal es menor. Además, si a esa realidad le añadimos un estilo de vida poco saludable, el riesgo es un 440 por ciento mayor en comparación con aquellas personas que tienen un nivel socioeconómico más alto y llevan un estilo de vida saludable.

Se calcula que más de 1.200.000 de personas en España tienes alzheimer

Si cuantificamos esta realidad en las cifras reales del coste que supone el abordaje, se estima que el coste medio anual de la atención a una persona con Alzheimer es de 32.000 euros anuales y si trasladamos el gasto que supone al sistema sanitario se refleja aún más el gran desafío que supone para el Sistema Nacional de Salud (SNS). Se calcula que más de 1.200.000 de personas en España están diagnosticadas con esta enfermedad, cuyo coste sería de 38.400 millones de euros, lo que supone un 3 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).

Epilepsia

La epilepsia es una de las enfermedades que mayor incidencia tienen en nuestro país y, además, una de las patologías con las que el paciente convive más tiempo, porque hay formas que debutan prácticamente desde el nacimiento o son encefalopatías epilectogenéticas que van a acompañar al paciente durante toda su vida. De hecho, su coste es uno de los más altos para el SNS. Según datos del 2017, la enfermedad supuso el tres por ciento del gasto anual de la Sanidad, con un coste directo asociado de 2.763 millones de euros. En este sentido la SEN apunta que la incidencia de la enfermedad es 2,3 veces más frecuente en las personas con menor nivel económico debido a que el acceso a un diagnóstico y tratamientos adecuados es mucho peor. Además, hay que sumarle el estigma que orbita en torno a esta enfermedad, fruto del desconocimiento, recalcan desde la SEN.

Migraña

Asimismo, otro factor a tener en cuenta es la alta relación del estrés con la aparición de deterioros cognitivos. Del mismo modo, este factor suele guardar una estrecha relación con las condiciones laborales, económicas y sociales, influyendo en el desarrollo de migrañas y otras cefaleas, lo que hace que la prevalencia de estas enfermedades sea mayor entre las personas con un nivel económico más bajo. Se estima que en España más de cinco millones de personas padecen esta enfermedad, siendo la patología neurológica más prevalente, afectando al 12,6 por ciento de la población.

Se calcula que tiene un coste de 13.000 euros por paciente, lo que supone un coste total de más de 19.500 millones de euros para el sistema

De modo que, son muchos los estudios que afirman que la migraña crónica, que es el tipo más invalidante, es más frecuente en personas que viven en entornos con un nivel socioeconómico más bajo. Además, se calcula que tiene un coste de 13.000 euros por paciente, lo que supone un coste total de más de 19.500 millones de euros para el sistema, a lo que hay que añadir el coste social relativo a la pérdida de horas de trabajo y la pérdida de productividad.

Esclerosis Múltiple y ELA

La esclerosis múltiple (EM) es otra de las enfermedades neurológicas con mayor prevalencia e incidencia. De hecho, su prevalencia puede verse afectada por factores geográficos y socioeconómicos reflejando aún más las inequidades existentes en el acceso al diagnóstico y a tratamientos especializados, así como tratamientos no farmacológicos como puede ser la fisioterapia o terapias ocupacionales. Del mismo modo, esta realidad se replica en enfermedades neuromusculares como la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) cuyas diferencias son aún más severas debido al elevado coste del tratamiento del paciente.

Más del 80 por ciento de los gastos que ocasiona la esclerosis múltiple están relacionados con la discapacidad que provoca

En el caso de la EM más del 80 por ciento de los gastos que ocasiona la enfermedad están relacionados con la discapacidad que provoca; cabe destacar que los costes directos no sanitarios asumidos por el paciente, se sitúan en los 63.000 euros de media por paciente. Mientras, la ELA tiene un coste anual para el paciente de 75.000 euros de media. Por tanto, el nivel socioeconómico del paciente es trascendental en el manejo y en el desarrollo de la enfermedad.

Ictus

Del mismo modo, el ictus es una enfermedad altamente invalidante, de hecho, es la primera causa de discapacidad vivida en la población adulta. Además, los datos reflejan que las personas con bajos niveles de educación e ingresos tienen un 10 por ciento más de posibilidades de muerte y de discapacidad que los registrados en niveles socioeconómicos más elevados. En este sentido, el presidente de la SEN explica que estos datos se deben a que en las personas con un nivel socioeconómico más bajo hay más posibilidad de que el código ictus se active más tarde, por factores como la dificultad al acceder al domicilio o por desconocimiento de los síntomas de la enfermedad. Además, una vez se ha producido el ictus los pacientes con ingresos más bajos suelen recibir menos sesiones de rehabilitación porque no pueden pagar una rehabilitación privada.

Asimismo, Porta-Etessam añade que hay un problema de formación al respecto. Hay muchas personas que no reconocen los síntomas, lo que es fatal para el abordaje de la enfermedad. “Tenemos que seguir concienciando a la población, de que, si pierden fuerza bruscamente en cualquier extremidad, se les tuerce la boca o tienen dificultad para hablar, tienen que activar el código ictus. Siempre es mejor ver dos pacientes de más que uno menos”, remarca Porta-Etessam.

Las personas con bajos niveles de educación e ingresos tienen un 10 por ciento más de posibilidades de muerte y de discapacidad que los registrados en niveles socioeconómicos más elevados

En cuanto al coste que supone al sistema sanitario, el ictus es una de las enfermedades caras para la sanidad. La cuantía total está en torno a los 8.000 millones de euros; de estos, el coste socio sanitario ronda a los 2.000 millones de euros, a lo que hay que sumar los 6.500 millones de euros en costes directos no sanitarios derivados de los cuidados en las fases postagudas de la enfermedad. Cabe destacar que se estima que el coste total de hospitalizaciones por ictus es de 623 millones de euros, según datos aportados por la Fundación Economía y Salud.

En esta línea, Giménez Artés, recalca que el ictus es la primera causa de muerte y discapacidad en España y su prevalencia ha aumentado un 20 por ciento en los últimos 15 años. El experto destaca que se espera otro incremento del 20 por ciento. Por ello, considera crucial la inversión en medidas de control de factores de riesgo, ya que el paciente puede tomar partido de manera autónoma con enorme impacto. “Podemos y debemos cuidarnos nosotros mismos para evitar la enfermedad y el gasto que conlleva”, asegura.

Factores de riesgo

En relación con estos datos el presidente de la SEN remarca que el estatus socioeconómico es, por sí solo, un factor importante a la hora de aumentar el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades neurológicas, porque una mala situación financiera puede generar estrés, ansiedad o depresión, que se han documentado como factores de riesgo para muchas enfermedades neurológicas. A su vez, recalca que la falta de recursos también puede limitar tanto el acceso a los tratamientos, como a los apoyos para la discapacidad.

Del mismo modo, Porta-Etessam apunta que las personas de entornos desfavorecidos pueden tener más dificultades para llevar hábitos de vida saludables, como, por ejemplo, adherirse a la dieta mediterránea, que es la más indicada para tener una buena salud cerebral. También, para acceder a una educación o a trabajos más motivadores o de carácter más intelectual, que ayudan a mejorar la reserva cognitiva, lo que a su vez ayuda a compensar la neurodegeneración que provocan muchas enfermedades neurológicas.

En definitiva, el estatus socioeconómico puede afectar desde múltiples dimensiones a la salud cerebral, también a nuestro estilo de vida y todo ello puede influir tanto en el desarrollo de una enfermedad neurológica como en el grado de discapacidad que genere”, indica Porta-Etessam. Por ello, el presidente de la SEN subraya la importancia de fomentar el acceso a la educación, la prevención, la equidad en salud a cuidados de calidad y el apoyo social para mejorar la salud cerebral y el impacto de las enfermedades neurológicas.

El estatus socioeconómico puede afectar desde múltiples dimensiones a la salud cerebral, también a nuestro estilo de vida y todo ello puede influir tanto en el desarrollo de una enfermedad neurológica

Por su parte, Giménez Artés apuesta por el fomento del autocuidado para luchar contra las desigualdades económicas, promoviendo acciones centradas en la prevención de la enfermedad, como pueden ser la lectura o la música, pero en definitiva, actividades que estimulen la actividad cerebral. Y, por otra parte, enfatiza en la necesidad de crear recursos materiales y humanos para minimizar o recuperar los déficits funcionales que producen las diferentes enfermedades. “Es imprescindible no sólo incrementar el gasto, sino gastar mejor y con más eficiencia”, subraya el presidente de la FES. Además, añade que es igualmente necesario las campañas de prevención y promoción de la salud , como la creación de recursos para la atención en fases postagudas, mediante convalecencias y rehabilitaciones adecuadas. “Es urgente mejorar la coordinación social y sanitaria que permitan una continuidad asistencial, detección precoz y un buen seguimiento que evite reagudizaciones. Todo ello debe hacerse siguiendo criterios de eficiencia”, asevera Giménez Artés.

Por otro lado, Porta-Etessam señala que para conseguir una mejor salud cerebral es importante mejorar el nivel educacional, no sólo en salud cerebral sino en general. También apunta que se debe de aumentar la dotación a los servicios de neurología a nivel de recursos humanos y económicos para poder dar una asistencia especializada en las diferentes patologías y poder luchar contra las inequidades existentes, muchas de ellas causadas por el desfase socioeconómico vigente. Por esa razón, el neurólogo apuesta por un plan de salud cerebral nacional que pueda dar respuesta a todas estas necesidades, y más aún en un futuro donde se estima que la incidencia y prevalencia de estas patologías aumente. De hecho, a nivel global el 47 por ciento de la población padece una enfermedad neurológica, según fuentes de la SEN.