A día de hoy, poner freno a las patologías que suponen una mayor carga económica y de morbi-mortalidad para el Sistema Nacional de Salud (SNS) continúa siendo el vellocino de oro del siglo XXI. Este es el caso de las enfermedades cardiovasculares (ECV). De hecho, en España una de cada tres fallecimientos se debe a estas patologías, convirtiéndose así en la principal causa de muerte y hospitalización en el territorio nacional. En este aspecto, diferentes estudios han sacado a la luz que en torno al 70 por ciento de ellas están ligadas a factores de riesgo modificables, lo que le da un margen de actuación amplio a la labor investigadora para lograr su objetivo principal: salvar vidas.

La investigación en las diferentes especialidades es crucial de cara a lograr nuevos avances que impacten sobre la implementación de nuevas estrategias terapéuticas y el abordaje de patologías como las cardiovasculares. Por ese motivo, los especialistas luchan por compaginar la labor asistencial con la investigadora, tarea que no les es sencillo. En el ámbito de la Atención Primaria (AP), contar con investigaciones que arrojen luz es esencial, dado que es la puerta de entrada al sistema sanitario y, normalmente, es uno de los primeros puntos de contacto del paciente con el mismo.

El estudio IBERICAN

En este aspecto, desde la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), llevan años impulsando el desarrollo de la investigación en la especialidad. Fruto de ello, uno de sus estudios más sonados es el IBERICAN. Este se está convirtiendo en una referencia, tanto nacional como internacional, como fuente de información epidemiológica sobre la enfermedad cardiovascular y sus factores de riesgo (RCV).

El objetivo del mismo es conocer la prevalencia, incidencia y distribución geográfica de los factores de riesgo cardiovascular y de las enfermedades cardiovasculares en población adulta española asistida en AP. En una entrevista a Economía De la Salud (EDS), Sergio Cinza, investigador principal del estudio y director de la Agencia de Investigación de SEMERGEN, indica que “la elevada prevalencia observada de los factores de riesgo, así como de enfermedad cardiovascular, nos alerta de que debemos adoptar precozmente medidas preventivas que reduzcan su incidencia y mejoren su control, pero desde el punto de vista analítico”. También añade que la investigación aportará información muy sólida, epidemiológicamente hablando, “por la elevada potencia estadística de los análisis realizados”.

Factores de riesgo cardiovascular más frecuentes

Los primeros resultados del estudio IBERICAN señalan que los factores de riesgo cardiovascular más frecuentes son la obesidad abdominal (55,6 por ciento), la dislipemia (50,3 por ciento) y la hipertensión arterial (48,0 por ciento). Además, han comprobado que la incidencia de cada una de las enfermedades cardiovasculares (ECV) analizadas es superior en los pacientes hipertensos respecto a los normotensos, a los dos años de seguimiento.

Otro de los aspectos a destacar es que la obesidad y la diabetes mellitus fueron, en el análisis multivariante, las variables que se asociaron con más fuerza a la presencia de hipertensión arterial. “La diabetes es casi el doble de la que está identificada en población general. También nos sorprendió la prevalencia de obesidad, la parte positiva de esto es que cuantos más pacientes tengamos podremos analizar mejor qué papel tiene la obesidad en el riesgo cardiovascular, por ejemplo”, insiste.

Decisiones farmacológicas y ecuación de riesgo cardiovascular

En el 45º Congreso Nacional de SEMERGEN se incidió en que los objetivos principales que persigue el estudio van ligados a la toma de decisiones farmacológicas y al establecimiento de una ecuación de riesgo cardiovascular. Con respecto a la primera, Cinza afirma que “se podrá perfilar mejor los pacientes que más se pueden beneficiar de cada fármaco, además de analizar determinados perfiles de riesgo”. No obstante, recalca que esto hay que traducirlo a la práctica clínica y comprobar en el día a día, con los pacientes, que se cumpla.

Si ponemos el foco en la ecuación de riesgo, indica que les va a permitir analizar mucho mejor la enfermedad cardiovascular y el peso que tiene cada uno de los factores de riesgo o, a la hora de priorizar qué factores de riesgo hay que controlar, poder saber cuáles son los más importantes. “El fin último es tratar de tener una ecuación de riesgo”, señala.

IBERICAN cuenta con 8.066 pacientes incluidos, llevan en la fase de seguimiento desde el año 2019. “Los primeros pacientes que entraron en 2014 están a punto de salir, saldrán este año porque son diez años de observación. Hasta que no salga el último paciente no tendremos conclusiones sólidas”, afirma Cinza. Con respecto a qué es lo que más está costando evaluar y analizar en el estudio sostiene que la incidencia de eventos.

Seguimiento de los pacientes

Para lograr los objetivos que se han fijado es crucial que sepa qué participante del estudio ha hecho un evento y quién no. “Esto, que parece tan sencillo, a veces en la práctica no lo es tanto”, recalca. De hecho, incide en que, cuando una persona que está en estudio fallece, tienen que estar seguros de la causa de la muerte, si es un infarto o no, si es una muerte súbita… “Lo que le pedimos al investigador es que codifique de la forma más rigurosa posible porque si hay dudas nos lo puede comunicar para que nosotros le pidamos la información al Instituto Nacional de Estadística (INE) y nos indique cómo se ha codificado a ese paciente de cara al registro civil en cuanto a la causa del fallecimiento”, sostiene.

Cinza hace hincapié en que “esto es realmente crítico en el estudio, hay que hacerlo muy bien para que la calidad de los datos sea lo más alta posible”. Para asegurarse de ello, disponen de un comité que se dedica exclusivamente a revisar la base de datos. “Cuando tengamos datos más sólidos y, sobre todo, de seguimiento, conoceremos mucho mejor y más el riesgo cardiovascular y cómo abordarlo”, señala.

Desde priorizar qué factores de riesgo hay que tratar en cada paciente hasta, si empieza un tratamiento, conocer por qué factor de riesgo empezar para reducir el riesgo cardiovascular. También podrán saber cuáles son los mejores tratamientos para prevenir los eventos o retrasar la mortalidad por la enfermedad cardiovascular.

Impacto en la política sanitaria global

Todo esto va a influir en la práctica clínica, aunque para tener los resultados oficiales hay que esperar hasta 2029. “Teniendo en cuenta cómo avanza la ciencia, esperar seis años tampoco es tanto”, sostiene. Tendremos resultados muy sólidos y consistentes con los que hacer recomendaciones muy fiables para los compañeros”, añade el director de la Agencia de Investigación de SEMERGEN.

Además, concluye destacando que el estudio impactará tanto sobre la práctica asistencial como en la toma de decisiones de los gestores. “No es solo una aplicabilidad clínica, que es por lo que nació el estudio, ni local a nivel de ‘mi consulta’, impactará en la política sanitaria global”.

620 euros por ciudadano europeo

Un equipo de investigadores del Centro de Investigación de Economía de la Salud de Oxford Population Health han puesto sobre la mesa que las enfermedades cardiovasculares le costaron a la economía de la Unión Europea (UE) 282 mil millones de euros en 2021, datos que se presentaron en el Congreso de 2023 de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) en Ámsterdam.

Si se desglosa este gasto, el 46 por ciento de estos costos se debieron a la atención médica, el 28 por ciento a la atención informal y el 9 por ciento a la atención social. De hecho, el 17 por ciento de estos costos se debieron a pérdidas de productividad (Figura 1). Según se extrae en el informe, esto representa un coste medio de 620 euros por ciudadano de la UE.

Las ECV, la mayor carga económica del SNS

Poniendo el foco en España, desde la Fundación del Corazón, estiman que el gasto que supone la enfermedad cardiovascular para el SNS es muy alto: más de 9.000 millones de euros al año. De hecho, indican que el tratamiento de estas patologías se traduce en un 7,1 por ciento de todo el gasto sanitario nacional, lo que pone de manifiesto que las enfermedades cardiovasculares son la mayor carga económica tanto en nuestro país como en la UE.

Vicente Pallarés, coordinador del grupo de trabajo de hipertensión arterial y enfermedad cardiovascular de SEMERGEN, también hace especial hincapié en la necesidad de que las autoridades pertinentes se den cuenta de que la investigación, en todas las especialidades en general y en Atención Primaria en particular, también contribuye a reducir este gasto. Al respecto, indica que esto es la clave. “Sin unas políticas que apoyen más y mejor la investigación desde los centros de atención primaria (AP), donde se atiende al 90 por ciento de la población, no se podrá avanzar”, reivindica.

Estudios ‘de vida real’ para priorizar intervenciones

Pallarés incide en que, en AP, y haciendo uso de los datos disponibles de todos los pacientes en la historia clínica electrónica, se pueden y se deben realizar estudios de vida real. “De las conclusiones que se extraigan se deben plantear acciones que permitan implementar estrategias que posibiliten avanzar en la priorización de intervenciones que fortalezcan este nivel asistencial y optimicen una mejor atención a nuestros pacientes”, garantiza. “Si esto es efectivo se reduciría en más de la mitad la carga que supone la enfermedad cardiovascular en pocos años”, añade.

Al respecto, el portavoz indaga sobre el impacto económico y los beneficios que tendrán los resultados del estudio IBERICAN en el SNS. “En los últimos cinco años se han actualizado las guías europeas de hipertensión, dislipemia, diabetes y las de prevención cardiovascular, incorporando nuevas evidencias sobre el beneficio clínico de conseguir los objetivos de control para cada factor de riesgo cardiovascular (FRCV), lo que redundaría en una mayor reducción de la morbilidad y mortalidad cardiovascular”, alega Pallarés. En esta línea, recalca que “los beneficios sobre la salud de los pacientes son claramente relevantes, y si a ello le sumamos que se incremente la educación en salud para mejorar los estilos de vida de la población aún el beneficio económico sería más notable”. De hecho, pone de manifiesto que el RCV de los pacientes atendidos en AP en España es alto o muy alto y su manejo atendiendo a cada FRCV continúa siendo subóptimo.

Mejorar las políticas en salud

A nivel general, las enfermedades cardiovasculares cuestan sólo a los sistemas sanitarios y sociales de la UE aproximadamente 155. 000 millones de euros, lo que representa el 11 por ciento del gasto total en asistencia sanitaria y social. De hecho, la cantidad gastada en atención sanitaria y social para pacientes con enfermedades cardiovasculares varía ampliamente entre los 27 países.

En este aspecto, los costos por persona varían más de tres veces entre el país con los costos más bajos, Croacia 154 euros, y el que tiene los costos más altos, Austria 505 euros (Figura 2). Para Pallarés las diferencias que se observan entre países y en las grandes desigualdades en cuanto a las medidas que cada uno implementa relacionadas con la morbilidad, el tratamiento y la mortalidad, “deben ser un foco de atención y estudio para mejorar las políticas en salud en cada uno de ellos en particular y en la Unión Europea en general”.

Vigilancia y seguimiento de la implementación de medidas

Pese al conocimiento que se ha logrado tener de las ECV, estas siguen siendo la causa más común de enfermar y morir en Europa. “Las muertes por estas enfermedades en personas menores de 70 años, comúnmente denominadas como ‘prematuras’, son una preocupación especial, ya que anualmente se pierden más de 60 millones de años potenciales de vida a causa de ECV en Europa”, lamenta. Asimismo, hace referencia a que, aunque mueren más mujeres que hombres por ECV, las tasas estandarizadas por edad, tanto de morbilidad como de mortalidad, son más altas en los hombres, y estas diferencias en las tasas son más altas en personas menores de 70 años.

El coordinador del grupo de trabajo de hipertensión arterial y enfermedad cardiovascular de SEMERGEN también ha incidido en que el desarrollo y la implementación de enfoques preventivos y de tratamiento basados en evidencias deben ser respaldados en todos los países mediante una vigilancia y un seguimiento consistentes. “Solo así podremos cuantificar la carga sanitaria de las enfermedades cardiovasculares, así como orientar las intervenciones e impulsar la acción en todo el continente europeo”, afirma.

En la actualidad, las patologías cardiovasculares más prevalentes continúan siendo la cardiopatía isquémica y la enfermedad cerebrovascular. Si se pone el foco en el gasto que hace el SNS en ambas, “la mayoría va destinado al diagnóstico y tratamiento en el ámbito hospitalario de la fase aguda y al farmacológico subagudo y crónico. Este último es de por vida, cuenta con una pobre adherencia y consecución de objetivos de control”, sostiene Pallarés. A la cola se sitúan los recursos destinados a la prevención, que representan el menor porcentaje.

Más inversión en la prevención

Pallarés insiste en la necesidad de que España invierta más en prevención de estas enfermedades, dado que esta, además de salvar vidas, supone un ahorro de costes futuros, impactando sobre el aumento de la calidad asistencial del sistema. “Nuestro país debe aumentar la inversión. La mejor manera de ayudar a que esta situación mejore es fomentar la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares, mejorando el equilibrio entre los programas preventivos de cribado y evitando la progresión de estos en el ‘continuum cardiovascular’”, concluye el portavoz de SEMERGEN.