Este año la profesión farmacéutica ha tenido sus dos mayores encuentros en Sevilla. Los Congresos Mundial y Nacional de Farmacia que han coincidido, de manera simultánea, en la ciudad andaluza. Un evento de total relevancia para el sector en uno de los momentos más decisivos, porque la pandemia ha demostrado que la Farmacia debe jugar un papel mucho mayor en nuestros sistemas de salud. De hecho, este ha sido el hilo conductor de la doble convocatoria: cómo las boticas deben dar respuesta a los retos del futuro, no sólo a nivel social o sanitario, también a nivel económico. Por ejemplo, la prestación del Servicio de Seguimiento Farmacoterapéutico (SFT) desde las farmacias comunitarias podría generar un ahorro al sistema sanitario de España hasta 2.272 millones de euros, según el Consejo General de Colegios Farmacéuticos (CGCOF).
Sevilla reunió a más de 5 mil farmacéuticos de más de cien países entre los días 18 al 22 de septiembre. Cinco jornadas donde se ha hablado de cómo la farmacia puede liderar la sanidad de los países, ahorrar costes, acelerar el acceso a los tratamientos, participar activamente en los sistemas de atención primaria o prestar nuevos servicios y mejores servicios.
En total participaron más de 150 ponentes en 11 mesas redondas o de debate, 25 sesiones técnicas y 4 de innovación. Y que reunió a representantes de las administraciones y de todos los ámbitos del medicamento, profesionales sanitarios, docentes y también pacientes. “No se puede reconstruir el Sistema Sanitario ni la Salud Pública sin la Farmacia ni los farmacéuticos“, comentaba Jesús Aguilar, presidente CGCOF, en una entrevista a EG. Esa fue la gran conclusión de la cita: el sector ofrece soluciones a los desafíos sanitarios actuales y los que están por venir. Aguilar recordó que los farmacéuticos llegan “dos años después a Sevilla (por el parón consecuencia de la COVID-19), pero lo hacemos más fuertes y con el reconocimiento social de ser una profesión esencial para los ciudadanos”. Por su parte, Dominique Jordan, presidente de la Federación Internacional Farmacéutica (FIP), ha insistido en que es un gran momento “para compartir, reflexionar y transformar la Farmacia a nivel mundial, porque la profesión farmacéutica está plenamente preparada para contribuir a los retos presentes y futuros a los que se enfrentan los sistemas sanitarios”.
La ministra de Sanidad, Carolina Darias, fue una de las invitadas a la inauguración de este importante hito. “La decisión de la FIP de albergar el congreso mundial en Sevilla supone un reconocimiento extraordinario al trabajo de las más de 22.000 farmacias con las que cuenta nuestro sistema de salud“. Durante su intervención, la ministra aprovechó para hablar de política farmacéutica, donde reconoció que es necesario “adecuar nuestro sistema a las necesidades y desafíos” con la modificación de la Ley de Garantías y Uso Racional de los Medicamentos, también conocida como la Ley del Medicamento. Una norma que permitirá “mejorar el ecosistema farmacéutico en nuestro país”. La ministra quiso mostrar su compromiso para mejorar el ecosistema farmacéutico y prometió que España tendrá un papel clave en la Estrategia Farmacéutica Europea. Los guiños al sector continuaban al subrayar que la farmacia tiene un papel prioritario en el proceso estratégico de refuerzo de nuestro sistema de salud: “Es clave su labor asistencial y el valor que aporta al sistema y a los pacientes”.
El liderazgo de la Farmacia en tiempos de crisis
El desafío de la Farmacia para liderar nuestros sistemas de salud ha sido la idea vehicular en la mayoría de las sesiones del Congreso Mundial. Llevar a cabo las decisiones y propuestas del sector para combatir la mayor crisis de los últimos 100 años ha sido complejo y en ocasiones, no ha podido desplegar todo su potencial. Lars-Åke Söderlund, vicepresidente de la FIP, resumía esta idea en una frase: “La dificultad de liderar no sólo se debe a la dificultad de la crisis, también a la limitación de la creatividad para improvisar“.
Ian Bates, del Observatorio Farmacéutico Global de la FIP, relataba algunos de los grandes retos en materia de salud que las sociedades deberán atajar en los próximo años. Temas complejos como la crisis demográfica por el envejecimiento de la población, el aumento de la morbilidad o la dependencia de medicamentos complejos. Cuestiones que los farmacéuticos “como profesionales a escala global pueden dar soluciones, porque tenemos la capacidad de respuesta para salvar vidas”. Existe una escasez de profesionales de más de 15 millones, pero “nuestros gobiernos no entienden las complejidades de este reto“; razón por la que no se debe infrautilizar los recursos que la farmacia puede ofrecer.
Para ello son dos los caminos que deben confluir a la hora de liderar un cambio a mejor en nuestros sistemas de salud: acelerar la respuesta a los problemas crecientes que la sociedad desarrolla y acceder a estrategias a largo plazo que permitan a los profesionales farmacéuticos desarrollar una carrera conjunta con el resto de profesionales sanitarios. Otro factor determinante es mejorar las competencias de los profesionales a través de la formación. Y eso pasa por invertir en la profesión. “No son un coste para los sistemas, son una inversión en salud”. Como explica el profesor, existe una relación directa entre el nivel de desarrollo económico con dicha inversión: a más profesionales, el PIB es mayor. Según los datos de la Farmacia a nivel mundial recogidos por la FIP, en los países con menos nivel de ingresos el número de profesionales farmacéuticos no se incrementa.
Atención Primaria y Farmacia
En un momento donde los sistemas sanitarios, tensionados por la pandemia, han requerido de un apoyo extra, surge la reflexión del papel de la botica y su implicación en la Atención Primaria. Para la Federación Internacional Farmacéutica (FIP), una farmacia comunitaria integrada en dicha Atención Primaria reduciría la carga de trabajo, generaría mayores recursos económicos y mejoraría la eficacia y la sostenibilidad de los sistemas de salud.
Jack Shen, de la Sociedad Farmacéutica de Malasia, subió al estrado del plenario para ejemplificar esta cuestión: “No queremos ser ignorados”. Durante la pandemia, el país asiático tuvo serios problemas a la hora de prestar sus servicios habituales, principalmente por la dificultad de abastecerse de medicamentos, ya que la mayor parte de los productos son importados y se distribuyen a largas distancias: “No estamos integrados en el sistema de salud”, lamentaba. Carolina Martínez-Berganza, directora del área internacional del CGCOF, expuso en su intervención que las farmacias actuaron como medio de atención primaria durante los primeros meses de pandemia al atender a 30 millones de personas y otros dos por vía telefónica: “Somos una fuente confiable y rigurosa para los pacientes”. Por ello, “intentamos ser reconocidos como profesionales de la salud”.
Carolina relataba cómo los farmacéuticos españoles no sólo tenían las puertas abiertas para recibir a los usuarios, también colaboraron con organismos como Fedifar o diversas ONG para evitar el desplazamiento de los pacientes a unos hospitales saturados; junto con la entrega a domicilio, que permitía el acceso a los medicamentos a los más vulnerables. Implementaron protocolos específicos para la detección temprana de la COVID-19 y la posterior comunicación a las autoridades. También realizaron campañas de comunicación con las administraciones para los ciudadanos y evitar la desinformación.
Cambiar las políticas
La implicación de los farmacéuticos, que estuvieron en primera línea durante la pandemia, se delimitó a una respuesta sobrevenida por las circunstancias tan graves del momento. La industria farmacéutica fue capaz de incorporar, de manera vertiginosa, cambios y estrategias para diseñar la vacuna con la que derrotar al virus. Pero a esa pronta respuesta del sector no la acompañaron, al mismo ritmo, las decisiones gubernamentales.
Deben producirse cambios en la legislación para garantizar un acceso equitativo a los tratamientos y vacunas. Unos cambios regulatorios que, por urgencia pandémica, se produjeron en días o semanas, pero que, en circunstancias menos excepcionales, no hubiera sido posible.