La gripe ha sido, tradicionalmente, la infección con mayor morbi-mortalidad en Europa, hasta la llegada del SARS-CoV-2, que acaparó todo el ecosistema de virus respiratorios. Ahora, tras haber dejado atrás los meses más duros de la pandemia de COVID-19, la gripe ha vuelto a recuperar los niveles de incidencia previos e, incluso, los ha superado.

De hecho, los últimos datos del Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda en España (SiVIRA) muestran un crecimiento de la incidencia de gripe del 185 por ciento en la temporada 2022-2023, en comparación con la anterior. Temporada que ha consistido, en la mayoría de las comunidades, en dos picos bien diferenciados: el primero, antes de Navidad, debido a A(H3N2), de las semanas 40 a 2; y el segundo, después de Navidad, de gripe B, que se inició la semana 2 y ha continuado hasta la semana 16. También ha habido circulación de A(H1N1) pdm09 de las semanas 2 a la 14. A comienzos de este 2023, la incidencia se situaba en torno a los 240 casos por cada 100.000 habitantes.

Ante esta situación, los miembros del Grupo de Trabajo sobre Gripe 2023 insisten en que la vacunación es la medida de prevención por excelencia para evitar la enfermedad gripal y sus complicaciones, además de ser la estrategia más coste-efectiva. Precisamente, los expertos afirman que se debe tener en cuenta la coste-efectividad en las políticas de vacunación antigripal, al igual que en cualquier otra estrategia de salud pública.

Para los expertos, la importancia de la vacunación frente a la gripe es “extrema” y “básica” para paliar las epidemias gripales, que tienen una gran carga de enfermedad. En este sentido, es fundamental poner el foco en la población más vulnerable, como los mayores de 65 años, los grupos de riesgo y los niños menores de 6 años, grupos poblacionales incluidos entre las recomendaciones de vacunación del Ministerio de Sanidad, en línea con la Organización Mundial de la Salud (OMS). También mencionan a personas con patologías crónicas (especialmente respiratorias), con comorbilidades, inmunodeprimidos, embarazadas y personal sanitario. Además, no se debe olvidar a los convivientes de personas de riesgo como grupo potencial a vacunar.

Refuerzo de las coberturas

Los miembros del grupo insisten en reforzar las coberturas de vacunación antigripal en todos los grupos. Y es que, a pesar de haberse incrementado las tasas por la repercusión de la COVID-19, aún no alcanzan los objetivos vacunales y tienen una tendencia descendente.

Los expertos inciden en la vacunación infantil, ya que además de ser una protección individual, evita parte de la transmisión y circulación del virus y su repercusión en la edad adulta. En este sentido, consideran que la actual estrategia, centrada en los menores de 6 años, es buena porque “los escolares son los que transmiten de forma más eficiente el virus en la comunidad”.  Así, abogar por hacer difusión en la escuela para transmitir la importancia de la vacunación.

También apuntan a reforzar las coberturas en convivientes, una parte de la población en la que no se había prestado tanta atención antes de la pandemia. “Hasta ahora no se tenía conciencia de ser transmisores”, indican.

Del mismo modo, hacen especial hincapié en los profesionales sanitarios, un grupo “difícil”, en el que se debe insistir en la formación para “ganar participación” en todos los niveles de la vacunación. El GT propone, en este contexto, participación en la toma de decisiones sobre las estrategias de vacunación y las vacunas, incentivos, sistemas de información y retroalimentación de resultados, facilitar el acceso en los lugares de trabajo, aviso personalizado (SMS) de la posibilidad de vacunarse para ofrecer lugar y horas de acceso, o acordar objetivos de cobertura y ligarlos a la productividad variable.

En definitiva, los expertos apuestan por “desplegar una estrategia de vacunación frente a gripe similar a lo que se ha hecho con la COVID-19, utilizando las vacunas más eficaces disponibles y dotando de recursos (sobre todo, humanos) la campaña para alcanzar los objetivos de coberturas que se fijan en las recomendaciones oficiales”.

Apostar por diferentes tecnologías

El Grupo de Trabajo sobre Gripe 2021 ya destacó la necesidad de aumentar las tasas vacunales y el de 2022 añadió que el objetivo de mejores coberturas debe ir unido al uso de las mejores vacunas disponibles en cada momento para cada grupo de población. En esta tercera edición, los expertos van más allá para explicar por qué es importante contar con diferentes plataformas tecnológicas para el desarrollo de vacunas antigripales.

Y es que disponer de diferentes plataformas que evitan el cultivo en huevo, asegura un mayor espectro de posibilidades y opciones de vacunas. Puede ser clave en situación de pandemia para asegurar el suministro y disponibilidad de vacunas al ampliar la capacidad de producción, además de suponer un avance científico en la búsqueda de una vacunación universal y en la elaboración de vacunas personalizadas.

Asimismo, contar con nuevas plataformas diferentes permiten no depender del huevo, que puede ser limitante, se evita la adaptación del virus, hay una mayor similitud a las cepas seleccionadas por la OMS y acorta los tiempos de producción, entre otros beneficios.

Una de las tecnologías mencionadas por el GT para las vacunas de gripe es la de ARN mensajero (ARNm), que se ha utilizado recientemente también para las vacunas COVID-19. Señalan diversas ventajas, aunque advierten también de las exigentes condiciones de conservación y de la necesidad de realizar una evaluación económica integral de cara a su incorporación.

Beneficios del ARNm en la vacuna frente a la gripe

  • Similitud total del antígeno con la cepa seleccionada por la OMS.
  • Posibilidad de incluir más cepas en la vacuna.
  • Una vez que los fabricantes optimizan un formato de ARNm para codificar antígenos del virus de la influenza, la secuencia de codificación de proteínas podría actualizarse según sea necesario.
  • Mayor rapidez y agilidad de producción y tiempos más cortos de fabricación, con lo que la producción se puede acercar más a la estación de vacunación, con las cepas en ese momento más prevalentes.
  • Mayor versatilidad y preparación frente a posibles pandemias.
  • Oportunidades para abordar la heterogeneidad en el momento de las epidemias.

Vacunas de inmunogenicidad aumentada

En la actualidad, se dispone de una gran variedad de vacunas antigripales, algunas de ellas de inmunidad reforzada y los expertos consideran que se deben utilizar. Las vacunas de inmunogenicidad aumentada proporcionan una respuesta inmunitaria más amplia y robusta entre la población con un sistema inmune más debilitado por el envejecimiento (inmunosenescencia).

Los comités asesores internacionales más importantes recomiendan su uso en población mayor de 65 años. El comité asesor de Reino Unido (JCVI) y el de Estados Unidos (ACIP) recomiendan tres tipos de vacunas: vacuna adyuvada, de alta dosis y recombinante; el comité australiano (ATAGI) recomienda, preferiblemente, la vacuna para la gripe con adyuvante frente a la estándar; y los comités asesores de Canadá (NACI) y Alemania (STIKO) y el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) recomiendan usar cualquiera de las vacunas contra la gripe apropiadas para la edad disponible, aunque también apuestan por la utilización de la vacuna inactivada tetravalente frente a la gripe de alta dosis a nivel individual para mayores de 65 años.

“La inmunogenicidad aumentada, por diferentes estrategias (adyuvantes o alta carga), es una opción adecuada para aquellas personas que, por razones de edad o de patologías concomitantes, tienen una respuesta reducida de tipo humoral y celular y/o de corta duración”, exponen.

Sin embargo, ponen de manifiesto que “el mapa de las distintas vacunas que utilizan las distintas comunidades autónomas no apoya la promoción de la vacunación antigripal”. Por ello, indican que debería formar parte de una estrategia nacional el decidir con qué vacunas se inmuniza a cada grupo de población para que todas las regiones se impliquen, utilicen las mejores vacunas disponibles y, en definitiva, vayan en el mismo sentido.

Uno de los motivos por los que se puede deber esta variabilidad entre comunidades en cuanto a los diferentes tipos vacunales a utilizar en las diferentes poblaciones, es el coste de la vacuna. Algo que, en opinión de los expertos, responde a una “insuficiente inversión” en este ámbito de salud pública. Por tanto, es necesario incrementarla para que las CC. AA. estén alineadas y se garantice el mismo acceso en todo el territorio nacional.

La relación entre vacunación antigripal y RAM

Las resistencias antimicrobianas (RAM) son en la actualidad otra importante amenaza para la salud pública y suponen una gran preocupación a nivel mundial. En este sentido, la vacunación frente a la gripe puede contribuir a este desafío.

La vacunación antigripal evita las consecuencias de la gripe, es decir, el desarrollo de neumonías neumocócicas y otras coinfecciones bacterianas asociadas. De este modo, existe evidencia de que la vacunación frente a la gripe puede tener un impacto significativo en la reducción de la necesidad de antibióticos para tratar la sobreinfección posterior. Además, si se previene la gripe, se evita añadir un antibiótico innecesario a un proceso que, a veces, no se supone como gripal sino como bacteriano. A pesar de ello, esto es algo que no se ha utilizado de forma sistemática en las recomendaciones de vacunación.


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