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Los medicamentos son un ejemplo paradigmático de los beneficios tangibles que supone la innovación para el bienestar social. Durante las últimas décadas, la introducción de nuevos fármacos ha contribuido a mejorar sustancialmente la esperanza de vida, el estado de salud y la calidad de vida de la población, logrando curar o prevenir enfermedades, reducir síntomas, mejorar la supervivencia, acelerar el ritmo de tratamiento y recuperación, aminorar los efectos adversos y presentar formas alternativas de administración.


Además, las mejoras a menudo han sido extensibles tanto al entorno de paciente —ya que, gracias a disfrutar de una mejor salud, sus cuidadores informales pueden también tener una vida más saludable e independiente— como al colectivo de pacientes, ya que, al reducir la presión asistencial, permite un mejor y más rápido acceso de otros pacientes a los servicios y cuidados sanitarios que precisan.

Por todo ello, más allá del intrínseco sanitario, también podría aludirse al que podía considerarse el “valor del medicamento desde una perspectiva social” y que la patronal nacional de la industria innovadora Farmaindustria y la Fundación Weber han radiografiado en un informe homónimo, y el cual ‘actualiza’ una primer análisis elaborado en 2018.

Este informe tiene el objetivo de plasmar una visión general sobre el valor económico, clínico y social de las innovaciones farmacéuticas en las sociedades desde tres principales pilares: el valor de la industria farmacéutica en términos de su contribución a la economía nacional —incluyendo su aportación a la creación de empleo, valor añadido, investigación y desarrollo, comercio exterior y recaudación impositiva—, el impacto de la introducción de nuevos fármacos sobre la eficiencia del sistema sanitario y de economía en su conjunto, así como los principales hitos producidos en los tratamientos hasta la fecha (evaluando los efectos sobre los resultados en salud y la calidad de vida de los pacientes).

Por cada empleo directo generado por la industria farmacéutica se crean 2’9 empleos adicionales

Como una de las más elocuentes conclusiones de dicha perspectiva social, cada euro invertido en medicamentos ahorra entre 2 y 7 en otros gastos sanitarios. Pero, además, cada euro de valor añadido que se genera en la industria farmacéutica, genera entre uno y dos euros adicionales en otros sectores, según refleja el informe.

Contribución de la industria a la economía

Ya en el análisis por capítulos, respecto a la contribución de la industria farmacéutica a la economía, en España este sector da empleo a 45.216 personas.

El 62% de los empleados del sector cuentan con estudios universitarios, lo que supone una proporción superior a la media de la economía nacional, del 43%. Más de la mitad de los puestos de trabajo (51%) están ocupados por mujeres, frente a solamente un 26% en la industria manufacturera general. Se trata del sector de alta tecnología que más empleo genera, con un 47% del total, seguido del sector de productos informáticos, electrónicos y ópticos (28%) y del sector aeronáutico (25%). (figura 1)

El empleo de la industria farmacéutica se ha incrementado a un ritmo del 3,5% anual promedio desde 2012, frente a un crecimiento anual promedio del sector industrial del 2,4%. En 2018, el sector empleaba al 2% del empleo total del sector industrial.

Mientras, a nivel europeo, se estima que la industria farmacéutica emplea a un total de 765.000 personas de manera directa, de las cuales un 15% se dedican a investigación y desarrollo. El número de personas empleadas en el sector ha crecido a una media anual del 1,9% (un 53% en total), entre 1995 y 2018. Dicho de otra forma, entre 1995 y 2018, cada día la industria farmacéutica ha generado 31 nuevos empleos en Europa.

Respecto a su efecto de arrastre sobre otros sectores económicos, se ha estimado que, en Europa, por cada empleo directo generado por la industria farmacéutica, se generan 2,9 empleos adicionales (1,2 indirectos y 1,7 inducidos). En España, este efecto es aún más acentuado, ya que, para cada empleo directo, se generan 4 empleos más: 1,5 indirectos y 2,5 inducidos. (figura 2).

Capital e I+D

Otros de los datos que analiza la ‘pata’ económica de este informe es el origen del capital de las compañías que realizan I+D. En este sentido, un 59% de las empresas farmacéuticas españolas son empresas privadas sin participación extranjera. Por otra parte, casi el 30% de las empresas farmacéuticas tienen una participación de capital extranjero superior al 50%, frente al 13,6% de la media de la industria. Según el tamaño de las empresas que realizan I+D, las empresas farmacéuticas se distinguen por ser empresas grandes, en las que un 37% tienen más de 250 empleados, ocupando el cuarto lugar según rama de actividad y a gran distancia de la media de la industria (12,7%).

Doblar el gasto farmacéutico per cápita aumenta un 2% la esperanza de vida a los 40 años y un 4% a los 60 años, según estudios

En conclusión respecto a este apartado, el informe refleja que “la industria farmacéutica es un pilar fundamental dentro de la economía española, no solo por su capacidad de crear empleo de calidad y su alta productividad, sino también por su importante efecto arrastre en I+D y el aumento de la competitividad exterior que produce en el resto de sectores de la economía española, contribuyendo además positivamente en términos de impuestos”.

Ahorro de costes directos e indirectos

El informe “El valor del medicamento desde la perspectiva social” analiza también en qué casos la utilización de nuevos medicamentos ha logrado liberar recursos para otros usos. De forma concreta, mostrando en qué medida el coste adicional que suponen las innovaciones farmacéuticas podría llegar a generar un ahorro neto en los costes totales, al reducir los costes directos y/o indirectos.

Así, los costes directos engloban costes tanto sanitarios como no sanitarios. Los primeros refieren a los costes derivados de la medicación, de las visitas a profesionales sanitarios, de las visitas a servicios de urgencia, de las pruebas diagnósticas, de las hospitalizaciones, de la asistencia sanitaria domiciliaria y del transporte medicalizado, entre otros. Por su parte, los costes directos no sanitarios contemplan, entre otros, los costes derivados de los cuidados personales dedicados a personas con falta de autonomía personal, pudiendo éstos ser formales (provistos por profesionales, de forma remunerada) o informales (provistos por el entorno afectivo del paciente).
Por su parte, los costes indirectos incluyen las pérdidas de productividad laboral que sufre la sociedad como consecuencia de la morbilidad y/o la mortalidad prematura asociada a la enfermedad.

Asian scientist or doctors use microscopes to test for the coronavirus (COVID 19). Or a new flu virus to save human life In the lab Or hospital. Successful in researching the treatment of patients

Aunque en general los nuevos medicamentos suelen ser más caros que aquellos a los que sustituyen, su efectividad también suele ser superior. Esto se cumple tanto para los medicamentos tradicionales como para los biotecnológicos. Además, podrían sustituir a procedimientos quirúrgicos más caros y, gracias al mejor estado de salud que permiten a los pacientes, podrían evitar hospitalizaciones y el uso de otros recursos médicos, generando así un potencial ahorro neto de costes al sistema sanitario, se indica en este documento.

Así, existe una corriente de estudios mencionados en este informe centrados en analizar la existencia del denominado efecto compensación (offset effect) de los nuevos medicamentos, mostrando señales en ambos sentidos. El efecto compensación parte de la premisa de que los medicamentos prescritos son un bien sustitutivo (parcial o total, según el caso) del consumo de servicios médicos (visitas médicas y hospitalizaciones). Este concepto se refiere a que el ahorro en costes (directos y/o indirectos) que pueden generar las innovaciones farmacéuticas puede ser superior al gasto adicional que supone su adquisición, generando así ahorros netos al sistema sanitario y a la sociedad.

En este aspecto, esos trabajos reflejados en el informe han corroborado la existencia de un efecto compensación de los nuevos medicamentos para los países desarrollados, obteniendo unos ratios de ahorro neto de los costes directos sanitarios de entre 2,3 y 7,2 veces el gasto adicional en dichas innovaciones farmacéuticas.
Otra corriente de trabajos cuantifica el retorno obtenido por la inversión en medicamentos en términos de salud.

Por citar uno de los análisis expuestos, el estudio de Miller et al. (2000) realizado para varios países de la OCDE desarrolló un modelo econométrico para estimar los efectos del consumo farmacéutico sobre la función de producción de salud. Los autores concluyeron que el gasto farmacéutico se asociaba de manera positiva y estadísticamente significativa con la esperanza de vida, tanto en edades intermedias (a los 40 años) como avanzadas (a los 60 años).

Así, según sus estimaciones, por cada dólar adicional gastado en fármacos, la esperanza de vida de un varón de 40 años se incrementaría en promedio en 1,2 días, y la de un varón de 60 años, en 1,5 días. Sus modelos econométricos predicen que, teóricamente, doblar el gasto farmacéutico per cápita incrementaría un 2% la esperanza de vida a los 40 años y un 4% la esperanza de vida a los 60 años. Esto implicaría que un varón de 60 años vería aumentada su esperanza de vida de 18,5 a 19,2 años, y una mujer de 22,5 a 23,5 años (figura 3).

Ahorro de costes directos no sanitarios

Además de producir potenciales ahorros en los costes directos sanitarios, al reducir las limitaciones para realizar las actividades cotidianas, a menudo los medicamentos redundan también en beneficios en términos de costes directos no sanitarios, como por ejemplo los resultantes de los cuidados personales provistos por profesionales o por el entorno afectivo del paciente o las adaptaciones de elementos del hogar que precisan pacientes con determinadas patologías.

Lamentablemente, la evidencia empírica publicada en este sentido es todavía muy escasa. En todo caso, parece claro que el efecto sobre los costes directos no sanitarios será especialmente relevante en aquellas patologías que suponen una mayor dependencia funcional, ya sea por la afectación física o mental que suponen, y que el colectivo de personas de mayor edad será especialmente vulnerable.

De hecho, hay una corriente sustancial de estudios que analizan la carga de la enfermedad de las personas cuidadoras, y que apuntan a sustanciales consecuencias (spillover effects) sobre su salud (especialmente mental), calidad de vida y ámbito laboral. Algunos estudios sugieren que la carga será mayor entre los cuidadores de personas con enfermedades mentales que entre los cuidadores de personas con enfermedades crónicas, y que las consecuencias en términos de niveles de depresión, ansiedad y falta de autonomía de los cuidadores aumentan a medida que se prolonga la duración de la enfermedad y grado de dependencia.

Así, distintos estudios han encontrado una correlación positiva entre la carga de cuidados de personas con esquizofrenia, y un deterioro de la salud, especialmente mental, de los cuidadores. Las consecuencias se trasladan al ámbito sanitario y laboral de los cuidadores, lo que queda patente en un trabajo realizado en cinco países europeos, entre ellos España. En este caso, los cuidadores de personas con esquizofrenia consumen más recursos sanitarios que los cuidadores de otro tipo de pacientes (promedio de 2.558€ per cápita versus 1.440€, debido a la mayor tasa de hospitalizaciones) y sufren una mayor pérdida de productividad laboral (promedio de 6.667€ vs. 5.104€, debido a un mayor presentismo laboral).

Mejora de la salud

Otro de los pilares del informe es el análisis de cómo los medicamentos innovadores han logrado cumplir, cada vez mejor, con su objetivo principal, que es mejorar la salud. Así, el documento proporciona avances en los niveles de salud de la población, permitiendo alargar la supervivencia y la calidad de vida (figura 4).

Por ejemplo, en relación con el cáncer, en los últimos 25 años se han aprobado más de 140 nuevos principios activos para tumores sólidos y un 70 por ciento de la supervivencia por cáncer es atribuible a los nuevos tratamientos. Asimismo, los tratamientos para las enfermedades cardiovasculares han reducido significativamente la incidencia de eventos y su mortalidad asociada, aunque siguen siendo la primera causa de muerte a nivel mundial.


Y, de igual manera, son significativos los avances en enfermedades raras. En las últimas décadas, se han introducido en el mercado opciones terapéuticas para dolencias raras y graves que carecían de tratamiento específico. Destacan la esclerosis lateral amiotrófica, la atrofia muscular espinal, la distrofia muscular de Duchenne o el angioedema hereditario, entre otras. El informe estima que entre 2000 y 2017 más de 7 millones de pacientes europeos se han beneficiado de los medicamentos huérfanos aprobados.