Diciembre de 2021. Tras casi doce años de peticiones por parte de asociaciones de pacientes y familiares y de entidades profesionales, y con la urgencia de una pandemia que ha puesto al límite a la sociedad, el ministerio de Sanidad, liderado por Carolina Darias, anuncia la actualización de la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud 2022-2026.
El texto es aprobado por unanimidad en la reunión del Consejo Interterritorial celebrada en Córdoba y, pocos días después, recibe el visto bueno en el Consejo de Ministros. Darias resume así la visibilidad de los problemas de salud mental en la esfera política: “Hemos pasado del silencio al debate y ahora corresponde pasar del debate a la acción”, sentencia.
La cruda realidad de fondo es que la crisis sanitaria ha pasado una gran factura en el terreno de la salud mental a todos los niveles. Un ejemplo claro es el aumento de los casos de muerte por suicidio en nuestro país, con los últimos datos disponibles correspondientes a 2020.
Según el Instituto Nacional de Estadística, en el primer año de la pandemia fallecieron por esta causa 3.941 personas, con una media de casi 11 personas al día. Así, 2020 se convertía en el año con más suicidios registrados en la historia desde que se dispone de datos (1906), según destaca el Observatorio del Suicidio en España.
La cifra supone también un aumento de 270 defunciones respecto a 2019 (un 7,4 por ciento más), de las que 159 correspondían a hombres (un incremento del 5,7 por ciento) y 111 a mujeres (un aumento del 12,3 por ciento). Por primera vez se superan las mil muertes por esta causa en mujeres y se duplican los casos de suicidio en menores de 15 años con respecto a 2019, 14 casos en total. La cifra crece también un 20 por ciento en mayores 80 años.
Sin perder de vista, además, que estos datos, que aún no recogen la repercusión final de la crisis sanitaria, son solo una muestra del impacto de la pandemia. Desde sus inicios, los expertos han alertado de un tsunami en salud mental que exigía una respuesta contundente. Como parte de esta respuesta, era clave la actualización de este marco estatal.
Prioridad nacional
Aunque no con la celeridad deseada, la estrategia ha sido el primer paso decidido en una década para situar en primer plano la salud mental como prioridad política a escala nacional. Un avance fundamental para armonizar las iniciativas regionales en este terreno, que han avanzado y se han ido actualizando de manera absolutamente heterogénea y a un ritmo totalmente desigual en los últimos años.
Parte del retraso en esta puesta al día, según se justificaba desde el ministerio, tenía que ver con la intención de encauzar la participación del mayor número de agentes y colectivos, en beneficio de toda la sociedad.
De hecho, en la elaboración del último documento, remarcan desde el ministerio, participó un comité asesor multidisciplinar integrado por profesionales de la psiquiatría, psicología clínica, enfermería, trabajo social y usuarios; un Comité Institucional, con representación de todas las comunidades autónomas; y un total de 25 entidades, entre ellas, sociedades científicas, federaciones, agrupaciones y asociaciones vinculadas a la salud mental.
Diez líneas de actuación
La estrategia recoge un total de diez líneas de actuación e incorpora indicadores para poder evaluar su efectividad, tal y como han reclamado los especialistas durante años. La tercera línea, centrada en la prevención, detección precoz y atención a la conducta suicida, apuesta por integrar a medias en este documento otra aspiración histórica. La creación de un plan específico de prevención del suicidio que, en la mente de los profesionales, y en calidad de plan, aspiraba a tener objetivos medibles, evaluación, y también presupuesto final.
Junto a esta línea, el texto plantea como primer punto la autonomía y los derechos, con una atención centrada en la persona. En segundo lugar, la promoción de la salud mental de la población y la prevención de los problemas de salud mental. Tras la prevención del suicidio, se centra en la atención a las personas con problemas de salud mental basada en el modelo de recuperación en el ámbito comunitario, para dar paso a la salud mental en la infancia y la adolescencia.
El sexto punto alude a la atención e intervención familiar, sin pasar por alto la coordinación interinstitucional e intersectorial, la participación de la ciudadanía y la formación. Para finalizar, la décima línea estratégica se centra en la investigación, innovación y conocimiento.
Cabe destacar que el documento final recoge buena parte de las alegaciones aportadas al último borrador por parte de las sociedades científicas de psiquiatría, aunque no todas. Por ejemplo, las referencias a los indicadores y a su evaluación. Sin embargo, y según la visión del entonces presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica, integrada en la actualidad en la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, Víctor Pérez Sola, aunque refleja lo esencial, no deja de ser “un tanto naif”.
El Plan de Acción de Salud Mental cuenta con un presupuesto de 100 millones de euros y estará vigente hasta 2024
Los recursos, en el Plan de Acción
Las expectativas de los expertos se centran ahora en la otra iniciativa estrella del Gobierno de Pedro Sánchez, el Plan de Acción de Salud Mental anunciado por el mismo presidente hace justo un año. Tardó más de seis meses en materializarse hasta su aprobación en mayo de 2022 por el Consejo Interterritorial, y estará vigente hasta 2024.
En coordinación con la Estrategia de Salud Mental, el plan cuenta con un presupuesto de 100 millones de euros, repartidos en estos años, a través de los Presupuestos Generales del Estado, y está cofinanciado entre las comunidades y el ministerio. De entrada, el proyecto de PGE para 2023 contempla 27 millones de euros para este plan de acción, además de una inyección de 16 millones de euros para reforzar la atención comunitaria a la salud mental.
El plan consta de seis líneas fundamentales. La primera de ellas pone el dedo en la llaga, con el refuerzo de los recursos humanos en salud mental. Y es que los datos en nuestro país sitúan el número de profesionales en salud mental muy por debajo de la media europea.
También contempla la optimización de la atención integral a la salud mental en todos los ámbitos del SNS y la sensibilización y lucha contra la estigmatización de las personas con problemas de salud mental con campañas y formación.
Su cuarta línea es la prevención, detección precoz y atención a la conducta suicida. Como primera acción de este plan se ha puesto en marcha el teléfono 024, la línea de atención a la conducta suicida. El dispositivo ha atendido ya 55.000 llamadas, de las que se han derivado a los servicios de urgencias 2.500 llamadas y se ha identificado e intervenido en unos 1.000 casos de riesgo de suicidio muy alto o de suicidio en curso, según destacó recientemente la ministra.
Fruto de la escucha activa con los colectivos, Sanidad trabaja, además, en implementar la línea telefónica 024 con un chat que pueda dar servicio especialmente a la comunidad más joven, remarcó Darias.
Asimismo, el plan incorpora el abordaje de problemas de salud mental en contextos de mayor vulnerabilidad y la prevención de conductas adictivas con y sin sustancia.
¿Hacia una Estrategia Europea en Salud Mental?
Aunque la situación actual en nuestro país puede parecer un reflejo de lo que sucede en el ámbito europeo, lo cierto es que el último informe “Headway 2023”, que desde 2017 actualiza su Índice de Salud Mental 2.0, nos sitúa incluso por unos pasos por detrás de la media en muchos aspectos en cuanto a la respuesta a las necesidades de salud mental.
La última edición de este informe, una iniciativa de The European House-Ambrosetti, en colaboración con Angelini Pharma, ha sido presentada recientemente en el Parlamento Europeo.
El índice mide cuatro variables: determinantes ambientales de la salud (una novedad este año), estado de salud mental de la población, y capacidad de respuesta del sistema para responder a las necesidades en salud y en lugares de trabajo, escuelas y sociedad.
En el primero de ellos, los determinantes ambientales de la salud, España obtiene una puntuación de cinco, frente al 6,1 de media europea. Mientras el estado de salud mental de la población supera la media, con un 5,5 frente al 5,2 de promedio en Europa.
En cuanto a la capacidad de respuesta frente a las necesidades en salud, el indicador se mantiene por debajo, con un 4,2 frente al 5,1 europeo. Y a la hora de medir la capacidad de respuesta a las necesidades en el ámbito laboral, escolar y en la sociedad, alcanza el 5,4, por debajo también de la media europea del 6. Hay que reconocer, no obstante, que en los dos últimos indicadores, y a pesar de que todavía queda un largo recorrido, se han avanzado posiciones con respecto al informe del año anterior.
Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, ha sido uno de los expertos de referencia que ha aportado sus conocimientos en la elaboración de este informe. El especialista participó en la jornada celebrada a finales de septiembre en el Parlamento Europeo.
La pandemia de COVID-19 ha provocado un aumento por encima del 25% en la prevalencia de trastornos de ansiedad y depresión en Europa
En su intervención, recordó que la pandemia de COVID-19 ha provocado un aumento por encima del 25 por ciento en la prevalencia de trastornos de ansiedad y depresión. En la actualidad, una de cada seis personas se ven afectadas por trastornos de salud mental y se prevé que el escenario empeore, dado el aumento de la tasa de prevalencia debido a la crisis sanitaria, e intensificado por nuevos escenarios de tensión, como la guerra de Ucrania.
El experto destacó que, en Europa, más de 235.000 muertes anuales (alrededor del 4 por ciento del total) se deben a trastornos mentales y del comportamiento. Se considera, además, que en la región de la OMS-Europa, la mala salud mental es responsable de 140.000 muertes anuales por suicidio.
En este escenario, el especialista subrayó la necesidad de un enfoque de salud mental pública y recordó que existen intervenciones en esta línea rentables y basadas en la evidencia. “Es necesario impulsar una prevención primaria ‘a la vanguardia’ e incluir factores ambientales poco estudiados, como los naturales, el cambio climático, el entorno urbano y variables políticas y socioeconómicas”, tal y como destacó.
Junto a estas aportaciones detalladas por el experto español, el nuevo informe sugiere que las estrategias y políticas de salud mental deben incorporar todos los determinantes de la salud mental y utilizar el enfoque de salud mental en todas las políticas. “Es urgente abordar la salud mental a través de políticas intersectoriales e integradas, como parte de una estrategia integral de salud mental de la UE y un año europeo dedicado a la salud mental en 2023”, reclamaron sus autores.
La Unión Europea, una acción a cámara lenta
El mensaje de la Comisaria de Salud, Stella Kyriakides, en el marco del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra el 10 de octubre, remarcaba que la salud mental debe ser una prioridad para la Unión Europea. Según su análisis, la pandemia y el contexto de la guerra en Ucrania solo han intensificado problemas que comenzaban a observarse en este terreno.
La comisaria recordó que la salud mental debe ser parte de todas las políticas para desarrollar la resiliencia social. “Guiaremos a la UE hacia un enfoque más integral de la salud mental que marcará la diferencia para las personas. Para hacerlo, debemos trabajar con los profesionales de la salud y escuchar a los ciudadanos”, afirmó la portavoz sin entrar en más detalles.
Kyriakides destacó alguna de las iniciativas en marcha en pro de la salud mental de los europeos. “Hemos asignado 27 millones de euros a acciones de salud mental y hemos lanzado una nueva iniciativa ‘Juntos Más Saludables’ para ayudar a abordar la salud mental y las enfermedades neurológicas”, resumió.
Por último, la comisaria de salud indicó que la UE “se compromete a desempeñar su papel para destacar este tema crucial y brindar un mayor apoyo a la salud mental a sus ciudadanos, no solo en el Día Mundial de la Salud Mental, sino todos los días”. “Ahora es el momento de actuar, escuchar y convertir nuestra visión en realidad, y hacer de la salud mental una prioridad para todos nosotros”, concluyó.
Entre otras actuaciones puestas en marcha a lo largo de este año, el pasado mes de abril la Comisión Europea movilizó nueve millones de euros dentro del programa EU4Health, para ayudar a los refugiados europeos y proporcionar recursos de apoyo a la salud mental. En mayo también se lanzó una convocatoria de propuestas para implementar las mejores prácticas en la atención a estas personas en riesgo.
Dentro de este programa europeo, y en un marco general, también se potencian acciones específicas para abordar la salud mental en las escuelas, así como iniciativas de apoyo a los profesionales de salud mental y a los médicos de atención primaria, con una formación específica.
En julio de este mismo año, el Parlamento Europeo promovió una resolución sobre salud mental en el mundo digital del trabajo que reclamaba, entre otras medidas, horarios de trabajo flexibles para mitigar el estrés relacionado con el trabajo, educación y formación para los empresarios.
Otra iniciativa de relieve es la acción Conjunta Sobre Salud Mental de la Comisión Europea, puesta en marcha en 2021, que supone un apoyo para 21 países, entre ellos España, con el objetivo de que puedan aplicar una reforma que mejore el abordaje de la salud mental. Nuestro país participa con un proyecto del Servicio Murciano de Salud.
Un objetivo común para todos
Ni la propuesta de una estrategia integral de salud mental a escala europea ni la de dedicar un año completo a sensibilizar sobre estos problemas son, en realidad, propuestas nuevas. Desde hace años forman parte de los mensajes de las principales asociaciones que articulan la sociedad civil en el entorno europeo. Entre ellas se encuentra Mental Health Europe, que ha pedido recientemente impulsar una iniciativa a este nivel, con especial atención en los jóvenes, duramente sacudidos por los efectos de la pandemia en el terreno de la salud mental.
De igual modo, en julio de 2020, una resolución del Parlamento Europeo reconocía la salud mental como un derecho humano fundamental y pedía un plan de acción en la Unión Europea para 2021-2027. En reiteradas ocasiones, y más allá de la iniciativa presentada el pasado mes de julio sobre el cuidado de la salud mental en el entorno laboral, los parlamentarios han trasladado a la Comisión Europea la necesidad de dar peso a este tema en la agenda política.
Partido Socialista, Partido Popular y Ciudadanos, en su ámbito de representación en la Unión Europea, han abogado, en repetidas ocasiones y diferentes intervenciones, la necesidad de crear ese plan europeo de acción en Salud Mental.
Los grupos políticos europeos reclaman un plan de acción global en salud mental
‘Señales’ en el Debate sobre el estado de la Unión
Pero, ¿hasta qué punto ese clamor tiene visos de materializarse a corto o medio plazo? No parece fácil por ahora…
Desde la Comisión Europea, recuerdan, en respuesta a una pregunta formulada por EDS sobre la posibilidad real de una estrategia comunitaria en el horizonte, que hay que tener hay que tener en cuenta que la Unión tiene una competencia limitada en materia de salud, “solo tiene competencias para coordinar y apoyar las políticas en este ámbito de los países de la UE”, destacan.
Aun así, reconocen que la salud mental está cada vez más en la agenda. De hecho, la última intervención de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, en el Debate sobre el Estado de la Unión, deja entrever algún avance en este sentido.
Von der Leyen aludió a una nueva iniciativa sobre salud mental entre las propuestas remitidas por la Comisión a la presidenta del Parlamento Europeo y al primer ministro checo, que ocupa la presidencia europea. La iniciativa propuesta se sustenta sobre las conclusiones de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, según explicó la portavoz sin proporcionar más detalles.
Esfera internacional
En el ámbito internacional, cada vez se reconoce con mayor contundencia la importancia de la salud mental. En septiembre de 2015, la Asamblea General de Naciones Unidas reconocía la promoción de la Salud Mental como una prioridad dentro de la Agenda de Desarrollo local.
Por ahora, sí que tiene un peso específico en el tercer punto de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que pone el foco en la importancia de garantizar una vida sana y reforzar el compromiso con la prevención y el tratamiento de enfermedades no transmisibles “incluidos los trastornos del comportamiento, del desarrollo y neurológicos”, apunta.
Entre otros pasos a nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud lanzó en 2019 la Iniciativa especial de la OMS para la salud mental (2019 -2023). Incluía cobertura sanitaria universal para la salud mental para garantizar el acceso a una atención asequible y de calidad para las condiciones de salud mental en 12 países prioritarios a más de 100 millones de personas.
Los estados miembros de la OMS se comprometieron de nuevo el año pasado en la actualización del Plan de Acción Integral en Salud Mental 2013-2030, que plantearía nuevos objetivos y actuaciones a partir de las lecciones aprendidas en la última década.
El último ‘Informe mundial de salud mental 2022’ de la OMS presentado en el mes de julio actualiza un informe previo publicado en 2001. El documento invita a una transformación mundial, en aras de una mejor salud mental para todos, tomando como camino la implementación de este plan de acción.
“No hay salud sin salud mental”. Esta frase ha formado parte de los discursos de los portavoces del Ministerio de Sanidad, la OMS y la Comisión Europea
Esa llamada a la acción global también se ha materializado en los mensajes del último Día Mundial de la Salud Mental, que han recordado que la salud mental y el bienestar de todos han de tener un impulso global.
Volviendo al informe de situación, el documento identifica tres puntos clave. En primer lugar, incrementar el compromiso con la salud mental por parte de las personas, las comunidades y los gobiernos. En segundo lugar, reformar las características físicas sociales y económicas de los entornos (hogar, escuelas, ámbito laboral y comunitario) para proteger mejor la salud mental. Por último, fortalecer la atención de la salud mental para cubrir todas las necesidades a través de una red comunitaria de servicios y apoyo accesibles, asequibles y de calidad.
“No hay salud sin salud mental”. Este dogma, que ha formado parte de los discursos políticos a todos los niveles en los últimos meses, desde la ministra de Sanidad, Carolina Darias, a la Comisaria Europea de Salud, Stella Kyriakides, y al mismísimo director general de la OMS, Tedros Adhanom, supone un diagnóstico claro. Un buen punto de partida para impulsar una acción decidida frente a un reto para la salud pública que trasciende todas las fronteras.