En las respuestas de la comunidad internacional a la crisis del COVID-19, la ciencia y la innovación están desempeñando un papel esencial para proporcionar una mejor comprensión científica del virus, así como en el desarrollo de vacunas, tratamientos y mejores diagnósticos. Tanto el sector público como el privado han invertido miles de millones de dólares/euros en estos esfuerzos, acompañados de niveles sin precedentes de cooperación global entre organismos internacionales.
Sin embargo, se espera que la crisis económica actual que lleva aparejada la pandemia reduzca severamente los gastos dedicados a la investigación e innovación en las empresas, de forma paralela a un endeudamiento de Gobiernos y Administraciones Públicas. Esta situación amenaza con causar daños a largo plazo en los modelos de investigación, en un momento en que la ciencia y la innovación son más necesarias para hacer frente no solo a la COVID-19, sino también a la emergencia climática, así como para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y acelerar la transformación digital.
Así las cosas, los gobiernos deberán tomar medidas para proteger sus sistemas de innovación como parte de sus paquetes de estímulo y recuperación económica-sanitaria, pero también deberían utilizarlos como oportunidades para realizar reformas. En particular, las políticas de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) deberían orientarse hacia el apoyo de una agenda más ambiciosa de transformación del sistema que promueva una transición gestionada hacia modelos futuros más sostenibles, equitativos y resilientes.
En este sentido, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) —compuesta por 37 Estados, entre ellos España— ha publicado el informe ‘La Perspectiva de la ciencia, la tecnología y la innovación en 2021’, que tiene por objetivo analizar las políticas internacionales en estas áreas y lanzar una serie de recomendaciones sobre los cambios inmediatos y futuros a acometer en esos patrones de Ciencia, tecnología e innovación (CTI) globales. Todo ello —como no podía ser de otra manera en esta edición bienal del informe de la OCDE— con el atenuante que supone la pandemia de la COVID-19 y en un contexto en el que se desconoce —si la hay— la fecha de caducidad de la misma.
Antes de analizar ese horizonte —dónde vamos— la OCDE se centra en el contexto actual —dónde venimos—. En este sentido, este organismo recuerda que la pandemia de COVID-19 ha obligado a “buscar soluciones” en la ciencia, la tecnología y la innovación, pero, al mismo tiempo, plantea importantes desafíos para estos campos y se mantiene la incertidumbre sobre su impacto en ellos a corto y largo plazo.
¿Es la COVID-19 un pivote para la Ciencia y la Innovación?
Las percepciones del papel de la CTI en las primeras fases de esta crisis ‘desconocida’ parecen ser positivas. Por ejemplo, los resultados de la encuesta de la propia OCDE ‘Science Flash Survey 2020’ —de la que se hace eco este informe— reflejan que la comunidad investigadora espera un aumento en el uso de la evidencia científica, una mejor reputación de la ciencia y un uso más amplio del asesoramiento científico después de la crisis de la COVID-19. También esperan que las carreras científicas se vuelvan “más atractivas”.
En la relación COVID y CTI, este informe revela asimismo cómo la digitalización ha tenido un impacto cuantitativo y cualitativo en la investigación. Por ejemplo, herramientas de inteligencia artificial se vienen empleando para ayudar a acelerar el desarrollo de medicamentos y vacunas, identificar cadenas de transmisión de virus, diagnosticar rápidamente casos de COVID-19, monitorear impactos económicos a medio-largo plazo, etc. Según un conjunto de datos que comprende 1,8 millones de artículos de tres repositorios preimpresos (arXiv, bioRxiv y medRxiv) recopilados a finales de mayo de 2020, más de un tercio de las publicaciones de IA relacionadas con COVID-19 involucraban análisis predictivos de datos de pacientes.
Asimismo, los servicios sanitarios digitales (telemedicina, teleconsulta, etc.), se utilizaron mucho por la sociedad internacional durante la vigencia de medidas de confinamiento “y han dado lugar a una demanda sin precedentes que continuó incluso cuando se levantaron dichas estrictas medidas”, apunta la OCDE. Sin embargo, este informe augura un escaso recorrido si llegan buenas noticias en forma de fin de la pandemia. “Parece poco probable que todos estos servicios permanezcan en caso de que se resuelva el desafío de la COVID-19; es de esperar cierta reducción en su demanda cuando estos servicios virtuales se consideren un sustituto imperfecto de sus alternativas presenciales”, vaticina este documento.
Asimismo, el informe recuerda cómo los propios gobiernos “han demostrado una agilidad sin precedentes en el uso de herramientas digitales, ejemplificado principalmente por las aplicaciones de rastreo de contactos introducidas como una forma de controlar la propagación de la enfermedad”, expone como ejemplo.
La financiación de la investigación antes y después de la crisis
La pandemia de COVID-19 ha desencadenado una movilización sin precedentes de la comunidad científica. El sistema de investigación ha respondido con firmeza y flexibilidad durante la pandemia. En un tiempo récord, las agencias y organizaciones públicas de investigación, las fundaciones privadas, así como la industria farmacéutica, han establecido una serie de iniciativas financiadas por valor de miles de millones de dólares.
Entre ellas, este informe destaca la asignación global de más de 5.000 millones de dólares estadounidenses para planes de financiación de la investigación pública respaldados por organismos y entidades nacionales. También, en concreto, la dotación de 2.000 millones —una combinación de dinero público y privado— a gestionar por la Coalición para la Innovación en la Preparación ante Epidemias (CEPI, por sus siglas en ingles) y la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI) para proyectos de investigación ligados al desarrollo de vacunas frente a la COVID-19.
No obstante, la OCDE considera que, si bien el sistema de financiación de la investigación, así como las infraestructuras destinadas a ello, pudieron reorientarse rápidamente hacia temas relevantes para la crisis y simplificar sus procedimientos, “la capacidad para asignar o reasignar recursos rápidamente podría mejorarse”.
En concreto, la OCDE habla de “incertidumbre” respecto a la financiación a largo plazo de la investigación una vez que haya pasado la emergencia inmediata, puesto que “se han reasignado importantes recursos hacia campos de investigación que son relevantes para la crisis” pero en posible detrimento de otras áreas. “Los gobiernos y entidades financiadoras de la investigación deberían definir y comunicar rápidamente sus capacidades para apoyar la investigación en los próximos años, así como sus prioridades estratégicas, a fin de fomentar la cooperación y la colaboración, evitar duplicaciones innecesarias e identificar espacios oscuros donde se necesita investigación, pero no se está llevando a cabo”, valora esta organización.
Respecto al ámbito privado, el informe destaca que, aunque los recursos prometidos por la industria son más difíciles de cuantificar, “las empresas privadas han asignado más de mil millones de dólares estadounidenses para iniciativas de investigación público-privadas”, valora.
Impacto en el sistema de financiación de la Ciencia
Por todo ello, la OCDE atisba que el futuro de la financiación de la investigación después de la crisis “es incierto”.
¿Los motivos? Por un lado, la crisis económica emergente podría desencadenar importantes recortes en los presupuestos públicos de investigación, dejando sin trabajo a miles de investigadores y reduciendo las capacidades de investigación durante muchos años. En Europa, por ejemplo, el Plan de Recuperación Económica de 750.000 millones de euros decidido por el Consejo Europeo se ejecutará en parte a expensas del presupuesto de I + D del programa ‘Horizonte 2020’. Solo 80.900 millones de euros de los 94.400 millones de euros de fondos reservados propuestos en mayo de 2020 por la Comisión Europea se mantuvo en el presupuesto final aprobado en julio por el Consejo Europeo; lo que supone un recorte significativo de 13.500 millones de euros — aunque posteriormente se recuperaron 4.000 millones de euros tras las conversaciones con el Parlamento Europeo—.
No obstante, este informe también anima a ver el vaso “medio lleno”, dado que esta pandemia podría subrayar la importancia de la ciencia para prepararse y reaccionar ante las crisis que se avecinan, lo que posiblemente se traduzca en un apoyo más fuerte y duradero para la investigación. Por ejemplo, Estados Unidos y el Reino Unido han prometido nuevos fondos para la investigación para los próximos años. El presupuesto por I + D anunciado de EE. UU para 2021 muestra un aumento del 6% con respecto al presupuesto del año fiscal (AF) 2020. Mientras tanto, Reino Unido mantiene su compromiso de aumentar el gasto público en I + D a 22.000 millones de libras esterlinas para el año fiscal 2024/25 y aumentar su gasto total en I + D al 2,4 por ciento del producto interior bruto para 2027.
En todo caso, no puede hablarse de un patrón común. “Es probable que las estrategias nacionales y los compromisos de financiación difieran ampliamente entre países, lo que aumenta la incertidumbre futura para todos los actores en los ecosistemas de investigación, con importantes implicaciones para la fuerza laboral”, concluye el informe respecto a este apartado.
Resolución de próximas crisis y desafíos globales
El desarrollo de vacunas candidatas ha sido excepcionalmente rápido y se ha basado en las incipientes medidas mundiales de preparación para la I + D. Pero, sobre todo, es un claro exponente de éxito de colaboración a tres bandas: interpaíses y entre el ámbito público y privado.
En el análisis cara al futuro, la respuesta concertada al COVID-19 ofrece para la OCDE una esperanza renovada de que la cooperación internacional en CTI puede ayudar a proporcionar soluciones a otros desafíos globales. Sin embargo, esto requerirá reforzar un nuevo paradigma de cooperación internacional en CTI que otorgue más valor a la investigación transdisciplinaria. En particular, “los gobiernos deben trabajar juntos en nuevos mecanismos de financiación y gobernanza privados”, vaticina al respecto la OCDE. Según propone la OCDE, los gobiernos deberán equilibrar sus prioridades y objetivos nacionales de CTI con la necesidad de una acción coordinada internacionalmente, a fin de abordar los grandes desafíos y problemas públicos mundiales.
“Sin esa acción colectiva, las capacidades para hacerles frente – en forma de conocimiento científico, desarrollo de plataformas tecnológicas e instituciones internacionales de coordinación— seguirán estando subdesarrolladas, dejando a los países más expuestos a las conmociones globales”, apunta.
España, tercer país con mayor número de estudios sobre fármacos frente a la COVID-19
El informe ‘La Perspectiva de la ciencia, la tecnología y la innovación en 2021’ también dedica un apartado al análisis de los países que más contribuciones científicas han realizado para el mejor conocimiento y abordaje de la COVID-19. Una observación que revela a España como uno de los países más prolíficos en esta materia a lo largo del año 2020.
En concreto, el estudio establece una relación de los 30 países con más contribuciones científicas en materia del nuevo coronavirus y la enfermedad que provoca. En ella se posiciona a nuestro país en el tercer lugar por número de estudios clínicos con fármacos frente al COVID-19 y en sexta posición por número de contribuciones en publicaciones científicas.
La OCDE también reconoce el esfuerzo de España para aumentar los recursos destinados a la I+D+i, la mejora de los instrumentos que dan apoyo a las empresas innovadoras y la extensión de las ayudas durante los meses más duros de la crisis sanitaria causada por el nuevo coronavirus.
Más en detalle, el documento identifica varias de las medidas que se han impulsado desde el Ministerio de Ciencia e Innovación durante los últimos meses para dar respuesta a los retos laborales de los investigadores en nuestro país. Entre ellas, señala las políticas orientadas a la mejora de la estabilidad laboral de los investigadores posdoctorales, que el Gobierno ha abordado a través de la implementación de un nuevo modelo de contratación que permitirá a científicos con contratos temporales aspirar a una plaza indefinida, en régimen de concurrencia competitiva y sujeta a evaluaciones externas.
Por otro lado, el informe de la OCDE también valora el aumento de fondos destinados a la I+D+i en España, con medidas que tienen por objeto apoyar a investigadores, centros de investigación y empresas innovadoras.
El impulso de la investigación, la ciencia e innovación, orientadas a resolver retos sociales, es una de las prioridades del Gobierno de España, que durante el pasado año aprobó un conjunto de medidas legislativas para reforzar el sistema español de ciencia, tecnología e innovación, recogidas en el Plan de Choque para la Ciencia y la Innovación, el Plan de Resiliencia y en los Presupuestos Generales del Estado, que incluyen el mayor aumento de la historia en partidas directas destinadas a la I+D+i.