Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia de obesidad se ha triplicado desde 1975 y se estima que en los países europeos más del 70 por ciento de los adultos presentan exceso de peso no saludable. Sin embargo, aunque el sobrepeso y la obesidad se consideraban antes un problema propio de los países de ingresos altos, actualmente ambos trastornos aumentan en las regiones de ingresos bajos y medianos, en particular en los entornos urbanos.
El problema resulta especialmente grave si se tiene en cuenta, por ejemplo, que la obesidad reduce la expectativa de vida de forma equivalente al tabaquismo y se sitúa como la quinta causa de muerte en el mundo.
Se trata de un problema de salud pública que, según El Atlas Mundial de la Obesidad 2023, publicado por la Federación Mundial de Obesidad, más de la mitad de la población mundial vivirá con sobrepeso y obesidad dentro de 12 años “si la prevención, el tratamiento y el apoyo no mejoran”.
Tendencia actual y previsiones
El informe presentado refleja que todos los países se ven afectados por la obesidad, destacando que algunos países de ingresos más bajos muestran los mayores aumentos en la última década. Por su parte, ninguna región ha informado de una disminución en la prevalencia de la obesidad en su población, ni ha señalado avanzar en el objetivo de la OMS de “no aumentar los niveles de 2010 para 2025”.
Y es que, según el Altas, el 51 por ciento de la población mundial vivirá con sobrepeso u obesidad en 2035, si continúan las tendencias actuales.
Las estimaciones de los niveles mundiales de sobrepeso y obesidad (IMC ≥25 kg/m²) sugieren que más de cuatro mil millones de personas podrían verse afectadas para ese año, en comparación con los 2,6 mil millones en 2020.
En ese sentido, las previsiones de prevalencia aumentarán del 14 por ciento al 24 por ciento de la población durante el mismo período.
El 51% de la población mundial vivirá con sobrepeso u obesidad en 2035 si continúan las tendencias actuales
Impacto económico
La incapacidad continua para mejorar la prevención y el tratamiento podría contribuir a un impacto económico total de 4.320 millones de dólares estadounidenses (4,32 billones) para 2035, casi el tres por ciento del PIB mundial, según el informe. Estas nuevas cifras representan un aumento significativo en comparación a los niveles actuales.
Las estimaciones del continuo aumento de la prevalencia de la obesidad se basan en las tendencias publicadas entre 1975 y 2016. En este contexto, el período comprendido entre 2020 y 2022 estuvo marcado por amplias restricciones o “confinamientos”. Los expertos señalan que la situación vivida puede ser el desencadenante de presentar un mayor riesgo de aumento de peso al restringir los movimientos fuera del hogar, exacerbar los comportamientos dietéticos y sedentarios y reducir significativamente el acceso a la atención médica. Además, se suspendieron muchas encuestas nacionales y programas de medición que controlan el peso.
En resumen, un aumento en la prevalencia de la obesidad, especialmente entre los niños, puede sugerir un efecto secundario del manejo de la pandemia de COVID-19.
Niños y adolescentes
Este problema mundial empeora si se observan los datos en la población joven. La creciente prevalencia se pronuncia entre los niños y adolescentes, aumentando del 10 por ciento al 20 por ciento de los niños del mundo durante el período 2020 a 2035, y del ocho por ciento al 18 por ciento en el caso de las niñas.
En total, más de 1.500 millones de adultos y casi 400 millones de niños vivirán con obesidad dentro de 12 años, a menos que se tomen medidas significativas.
Comparación entre países
Como se ha mencionado anteriormente, los países de bajos ingresos se están enfrentando a un rápido aumento en la prevalencia de la obesidad. De los 10 países con los mayores aumentos previstos en las tasas de obesidad a nivel global, tanto en adultos como en niños, nueve de ellos pertenecen a países de ingresos bajos o medianos bajos, y todos ellos se encuentran en Asia o África.
En este sentido, el informe revela “su preocupación” respecto a que estos países, son, a menudo, los que presentan una menor capacidad para responder a la obesidad y sus consecuencias debido a las deficiencias en los sistemas de salud.
Por ejemplo, en el caso de la Región del Mediterráneo Oriental (Norte de África y Oriente Medio) se prevé que la prevalencia de la obesidad entre niños y adolescente se duplique durante el período 2020 a 2035, aumentando del 11 por ciento al 23 por ciento. Y para las mujeres, a más del 40 por ciento. Asimismo, se prevé que el impacto económico del IMC alto supere los 160 mil millones de dólares anuales para 2035 (en dólares constantes de 2019), equivalente a más del tres por ciento del PIB de la región en 2035.
En el Sudeste Asiático, aunque actualmente las tasas son relativamente bajas, se espera un drástico aumento en la prevalencia de la obesidad entre niños y adolescentes durante el período 2020-2035. Se estima que pase del tres al 11 por ciento en las niñas y del cinco al 16 por ciento en los niños. Del mismo modo, se anticipa que los niveles de prevalencia en adultos se duplicarán en ese mismo período, aumentando del cuatro al 10 por ciento en hombres y del ocho al 16 por ciento en mujeres. En esta línea, el impacto económico de un índice de masa corporal (IMC) elevado superará los 250 mil millones de dólares anuales para 2035 (en dólares constantes de 2019), equivalente a más del dos por ciento del producto interno bruto (PIB) de la región en ese momento.
Por su parte, en Europa se estima que el 14 por ciento de las niñas y el 21 por ciento de los niños estarán afectados por la obesidad, junto con el 35 por ciento de todas las mujeres y el 39 por ciento de todos los hombres. El impacto económico proyectado de un IMC alto superará los 800 mil millones de dólares anuales para 2035 (en dólares constantes de 2019), lo que equivale al 2,6 por ciento del PIB de la región en ese momento.
Los nuevos agonistas del GLP-1 están demostrando avances significativos
Los agonistas del GLP-1: ¿la solución al problema?
Mientras informes como este siguen constatando el creciente problema al que se enfrentes los sistemas de salud a nivel mundial, las compañías farmacéuticas trabajan en poner solución al problema.
La nueva generación de medicamentos para la obesidad está demostrando resultados muy significativos, tanto en ensayos clínicos como en práctica clínica. Conocidos como miméticos de incretina o medicamentos basados en GLP-1, en los últimos meses se han hecho notar en conferencias médicas y medios de comunicación.
“La llegada de estos nuevos fármacos han supuesto un tsunami en nuestra forma de enfocar la obesidad y su tratamiento. Han abierto una vía para poder facilitar a estos pacientes una disminución del apetito mediante su efecto en el sistema nervioso central y en las hormonas que actúan a nivel gastrointestinal y facilitan el metabolismo de la glucosa”, explica Miriam Zapatero Larrauri, médico adjunto Especialista en Endocrinología y Nutrición de la unidad de Obesidad quirúrgica compleja del Hospital Universitario La Paz.
Aunque la intervención en el estilo de vida (dieta y ejercicio) representa la piedra angular del control de peso, la llegada de nuevas herramientas terapéuticas supone una gran noticia para lo que se ha convertido en un desafío para la salud pública mundial.
Los medicamentos actúan imitando la péptido similar al glucagón 1 (GLP-1), una hormona de la familia de las incretinas que se sintetiza en las células L del intestino y es secretada en respuesta a las comidas. Actúa aumentando la secreción pancreática de insulina en la glucosa, reduce la respuesta de glucagón y suprime el apetito actuando a nivel central.
En 2021, las agencias reguladoras aprobaron Wegovy (semaglutida, NovoNordisck) tras demostrar que su administración subcutánea en adultos con sobrepeso u obesidad (sin diabetes) unido a una intervención en el estilo de vida se asociaba con una pérdida de peso media significativa, sostenida y clínicamente relevante del 14,9 por ciento. El 86 por ciento de los participantes alcanzaban al menos un cinco por ciento de pérdida de peso.
De hecho, el éxito de este fármaco ha provocado que la compañía danesa incremente el volumen de sus ventas, alcanzado niveles récord. Solo en el último año, las acciones de Novo Nordisk han crecido u 41 por ciento.
“Los análogos de GLP-1 como Wegovy presentan múltiples efectos a diferentes niveles. Por una parte, contribuye a una mejor metabolización de la glucosa y a una reducción de la resistencia a la insulina, que dificulta la pérdida de peso en pacientes con obesidad. Por otra, produce un enlentecimiento del vaciamiento gástrico que fomenta la sensación de plenitud gástrica. A este efecto a nivel digestivo se le suma un efecto a nivel cerebral que produce un aumento de la saciedad con reducción del apetito”, añade la especialista.
La creciente demanda de Wegovy ha ralentizado su expansión por Europa, obligando a Novo Nordisk a introducir el medicamento en Reino Unido de forma “limitada y controlada” debido a limitaciones de suministro, tal y como ha asegurado la compañía en un comunicado. Hasta ahora, está disponible en los Estados Unidos, Noruega, Dinamarca y, desde finales de julio, en Alemania.
En esta misma línea, Lilly ha presentado los resultados de dos ensayos clínicos fase III (SURMOUNT-3 y SURMOUNT-4) de su fármaco Mounjaro (tirzepatida) —comercializada para el tratamiento de la diabetes tipo 2 (DM2)— tras demostrar resultados positivos en la pérdida de peso para pacientes con obesidad o con sobrepeso y problemas de salud derivados.
“Los agonistas duales como Mounjaro presentan una doble acción a nivel del receptor de GLP-1 al que se añade un efecto a nivel del receptor del polipéptido inhibidor gástrico (GIP). Fomenta el aumento de la sensibilidad a la insulina a nivel del tejido adiposo con un posible efecto lipolítico, aumenta la secreción de insulina y el glucagón dependiente de glucosa, provocan un aumento del gasto energético y una disminución de la ingesta”, subraya la endocrina.