La llegada de nuevos fármacos contra la obesidad supone un nuevo impulso al manejo de la patología, más en un contexto en el que las estimaciones prevén que los casos seguirán aumentando en los próximos años. En este sentido, es necesario analizar como las autoridades regulatorias y los gobiernos han de prepararse ante la llegada de estas opciones terapéuticas, adoptando los cambios necesarios para integrar su uso en un abordaje integral de la obesidad que garantice el éxito del proceso a largo plazo.

Un estudio publicado en The Lancet estima que alrededor del 12,5 por ciento de la población mundial padece obesidad. Por su parte, en España se estima que más del 55 por ciento de mayores de 18 años tienen exceso de peso, según datos del estudio sobre obesidad en personas adultas publicado en 2020. De esta publicación se desprende que el 18,7 por ciento de la población adulta española tiene obesidad, ascendiendo los casos de obesidad severa al 4,9 por ciento. Además, las previsiones de futuro auguran que de aquí a 2035 el número de casos seguirá en aumento.

Así, la obesidad se postula como una preocupación cada vez mayor a nivel de salud pública en los países occidentales. Durante este 2024 han llegado a España diferentes fármacos para tratar la obesidad, lo que abre un nuevo horizonte para el manejo de estos pacientes. Pero, como han puesto de manifiesto los especialistas, la administración de estos tratamientos ha de realizarse bajo supervisión de los profesionales y en el marco de un abordaje integral de la enfermedad.

Aunque sea mandatorio atender al consejo médico y la supervisión profesional para el manejo farmacológico de la enfermedad, estos suponen una nueva promesa para ayudar a controlar la obesidad. Asimismo, se está trabajando ya en la investigación acerca del impacto positivo que estos tratamientos podrían tener en otras patologías o en las propias comorbilidades derivadas de la obesidad.

Recientemente, la consultora especializada Evaluate ha publicado un estudio analizando el mercado de fármacos contra la obesidad. En este recogen que diversos analistas financieros creen que estos fármacos, las incretinas, aglutinando todos sus usos, serán la primera clase de medicamentos en alcanzar unas ventas anuales de 100.000 millones de dólares, estimando incluso algunos de ellos que esta cifra se acerque a los 200.000 millones de dólares. Para poner en perspectiva este dato, en el documento recogen que en fármacos como pembrolizumab, inmunoterapia anti PD-L1 para diversos tipos de tumores, esta cifra ascendía a una previsión de ventas anuales máximas de 67.000 millones de dólares anuales.

El carácter indefinido con que se prescriben los fármacos contra la obesidad puede tener un alto impacto en los presupuestos

Venta y financiación

En territorio nacional, estos fármacos pueden adquirirse bajo prescripción médica y no están financiados por el Sistema Nacional de Salud (SNS) para el tratamiento de la obesidad. Es decir, los pacientes tienen que asumir los costes de los mismos. El precio mensual de estos fármacos es variable en función del territorio en que se adquiera y la dosis que se prescriba, yendo desde los 180 euros aproximadamente hasta alrededor de 360. Entre las formas comercializadas también hay diferencias respecto a su mecanismo de acción, siendo análogos de GLP-1 o agonista dual de acción prolongada de los receptores GIP y GLP-1.

Hasta el momento, los fármacos se prescriben con carácter indefinido para evitar un efecto rebote y recaídas en la enfermedad. No obstante, hay estudios en marcha para estudiar si es viable la desescalada de este tratamiento sin ningún efecto perjudicial para los pacientes.

Este carácter indefinido puede influir en el análisis económico que hagan las agencias reguladoras y los gobiernos de cada país a la hora de tomar decisiones sobre su financiación. Y es que, incluir en la cartera de servicios tratamientos crónicos de alto coste, conlleva un alto impacto en los presupuestos. Como refleja el informe de Evaluate, ya hay ejemplos como el de Reino Unido, en el que el NICE (Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica) limita la financiación de estos tratamientos a dos años. En Estados Unidos también se han establecido limitaciones que varían de semanas a años en función del seguro del paciente; además, aunque también era usual que se restringiera la financiación de estos tratamientos en pacientes de edad avanzada, parece que estas líneas se van disipando.

Unidades especializadas

Los profesionales insisten en que, aunque los fármacos disponibles para controlar la obesidad son una parte de la ecuación, han de acompañarse de un abordaje integral. En este se incluyen recomendaciones médicas sobre una dieta saludable y actividad física que acompañen el proceso. También es fundamental dar un soporte psicoemocional a los pacientes para apoyarles en el mismo.

En este contexto, las unidades de obesidad acreditadas en España proporcionan a estos pacientes una atención de 360º con elementos diferenciales para tratar de ofrecer una asistencia óptima a los pacientes. Actualmente, según refleja la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), existen 21 unidades en territorio nacional que cuentan con esta acreditación.

Andreea Ciudin, jefe de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad en el Hospital Vall d’Hebron y tesorera de la SEEDO, explica que “estas unidades son fundamentales porque tienen un equipo multidisciplinar”. “De hecho, uno de los requisitos es que tengan profesionales de la psicología, endocrinología, nutrición o cirugía bariátrica, entre otros”, detalla. Por este y otros motivos, Ciudin considera que “es importante identificar estos centros y acreditarlos, porque para ellos es un sello de calidad y además permite tener formada una red a nivel nacional en torno a unos estándares de calidad”. “Estas unidades pueden ser motores y modelos asistenciales o formativos para otros que quieran aprender y llegar a ser centros de abordaje multidisciplinar”, añade.

En la página web de la SEEDO se recogen los requisitos necesarios para otorgar a los centros la acreditación de unidades de obesidad. Ciudin remarca que es básico “además del equipo multidisciplinar, disponer de espacios y materiales para personas con obesidad”. Siguiendo este hilo ejemplifica que “las básculas clásicas de los ambulatorios llegan hasta 140 kilogramos y su base es muy pequeña, lo que puede incluso contribuir a aumentar la estigmatización”. Por este motivo, apunta, “hay que tener material adaptado, con plataformas anchas y a nivel de suelo para que no tengan dificultades al subir y que tengan rangos de medición de hasta 300 kilogramos”. “También, atender a otros elementos como que el manguito del tensiómetro sea más largo, tener en cuenta que si las sillas tienen reposabrazos a lo mejor el pacientes no cabe o que hay personas que llegan con sillas de ruedas”, desarrolla. “Cuando ves el impacto de todo ello en las personas, es muy duro”, señala Ciudin.

La endocrinóloga especifica que “la SEEDO tiene estos criterios más detallados que la sociedad europea, la EASO”. No obstante, explica que “son bastante similares y si una unidad de España cuenta con la acreditación europea, casi por defecto se le otorga la de la SEEDO”.

Una vez establecidos los criterios para centros hospitalarios, Ciudin señala que se plantean ir más allá. “Estamos viendo la posibilidad de acreditar centros de atención primaria, pero por el momento no cumplen los criterios establecidos para el resto de unidades como contar con cirujanos o camas de hospitalización”, indica. No obstante, para la experta “tienen un papel fundamental para el manejo de la obesidad, por lo que es algo que se tiene muy en cuenta para el futuro”. “Ellos son el filtro, las unidades acreditadas serían el paso final”, asevera la endocrinóloga.

“Los centros de atención primaria tienen un papel fundamental para el manejo de la obesidad, por lo que es algo que se tiene muy en cuenta para el futuro; ellos son el filtro, las unidades acreditadas serían el paso final”

Para lograrlo, sería necesario explorar fórmulas para que esto se implante de una manera adecuada y en beneficio de los pacientes. “Lo que se promueve, al menos en la zona del Vall d’Hebron, es un modelo bidireccional de interacción entre la unidad acreditada y atención primaria; se precisa hacer un plan, que ellos lo lleven a cabo y que estemos en contacto durante varios puntos de la vida del paciente”, señala Ciudin. En este contexto, la especialista sitúa una de las claves para que esto tenga éxito “identificar centros de atención primaria con interés y capacidad para ver de qué forma se les integra en esta red”.

Teniendo en cuenta que el número de casos de obesidad está en aumento, es preciso establecer unidades y servicios que puedan hacer frente a este incremento de pacientes. “Si lo hacemos bien y empezamos a estimular a más personas para acreditarse, que estas personas se conviertan también en formadores, se podrá avanzar”, expresa Ciudin. “De hecho, los grandes hospitales podrían acreditarse, luego que cada uno en su zona forme a los centros de atención primaria o incluso a hospitales de menor tamaño”, plantea.

Y es que, para la especialista, “hay un papel fundamental en formar al resto de profesionales y estimular el manejo de la obesidad acorde al nivel de cada centro”. “Incluso -agrega- se podría crear una red nacional con estas unidades de cara a fomentar la investigación en España, a través de grandes registros, y teniendo en cuenta actualizaciones como el cambio de enfoque de medir el índice de masa corporal (IMC) a la composición corporal”. Según Ciudin, “no tenemos grandes bases de datos de puntos de corte de normalidad en población española y lo suyo sería unir esfuerzos de las unidades acreditadas para avanzar en grandes estudios poblacionales”.

Pero, más allá de los aspectos que menciona la experta, es preciso reconfigurar organizativamente el Sistema Nacional de Salud (SNS) para ofrecer el mejor abordaje a cada paciente. “Para lograrlo, primeramente, hay que reconocer la obesidad como una enfermedad, ya que, si se sigue considerándola una condición voluntaria de estilo de vida como sigue pasando a determinados pacientes y profesionales de la salud, no se le dará la importancia que tiene”, indica Ciudin. En sus palabras, más allá de la patología en sí, es necesario atender a “muchas de sus complicaciones como la diabetes, hipertensión, apnea de sueño o hígado graso y, a partir de ahí, diseñar un plan nacional para su abordaje”. “Aquellos expertos que tengan más experiencia podrán contribuir a ello, por ejemplo, aportando herramientas para poder fenotipar, no sólo a través de básculas sino de la bioimpedancia para hacer un estudio de composición corporal y tratarlo como una enfermedad de tejido adiposo”, precisa Ciudin.

“Lo que es fundamental es el mensaje de colaboración bidireccional y continua entre unidades de centros hospitalarios y atención primaria, no hacer una intervención puntual, ya que es una enfermedad crónica que evoluciona e involucra a diferentes especialistas en el proceso, por lo que es fundamental la comunicación”, concluye. Asimismo, es necesario cuantificar los recursos e inversiones necesarias para conseguir que cada vez más centros o áreas territoriales cuenten con unidades especializadas que brinden la mejor atención posible a los pacientes.

Papel de la farmacia

El papel de la farmacia y los farmacéuticos es fundamental por diferentes motivos. “Se trata de medicamentos dispensables en farmacia comunitaria, por lo que los farmacéuticos ejercen funciones clave para garantizar su correcto uso”, expone Pablo Caballero, farmacéutico del área de Divulgación Científica del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF).

Además, como indica Caballero, “se trata de medicamentos de conservación en nevera (a temperaturas de entre 2 y 8ºC), por lo que es fundamental mantener la cadena de frío en todo momento”. “Para ello, el farmacéutico puede recomendar a los pacientes que acuden a la farmacia que lleven consigo una bolsa isotérmica para transportar medicamentos, algo que es especialmente importante en épocas de temperaturas muy elevadas, e incidir en el consejo de guardarlos en el frigorífico al llegar a casa”.

En España, estos fármacos se comercializan bajo diferentes presentaciones y a cada paciente se le prescribirá la que los profesionales médicos consideren más adecuadas. Pero en este contexto, como explica Caballero, “además de reforzar la importancia de respetar la pauta de administración y la dosis indicada por el médico, el farmacéutico puede instruir al paciente sobre la forma correcta de administración, pues se trata de medicamentos de administración por vía subcutánea”.

La labor de los farmacéuticos pasa por ofrecer información a los pacientes sobre el uso correcto de los medicamentos y el modo de administración

Control del suministro

En otros países como Estados Unidos, se ha registrado una demanda inusitada de estos fármacos, registrándose problemas de suministro en algunos casos. En España, como recuerda Pablo Caballero, “tanto la Agencia Española del Medicamento y Producto Sanitario (AEMPS) como el CGCOF disponen de sistemas de información relativos a los problemas de suministro de medicamentos”.

“En este sentido, en los últimos meses se han producido algunos problemas de suministro con algunos de estos medicamentos que han motivado la emisión de varias notas informativas y medidas para paliar estos problemas por parte de la AEMPS”, detalla el farmacéutico. La última de ellas, expone Caballero, “fue en abril de 2024, lo que recuerda la importancia de que estos medicamentos se utilicen únicamente en su indicación, teniendo en cuenta que algunos cuentan con indicación solo en el tratamiento de la diabetes mellitus de tipo 2 y no en el tratamiento de la obesidad o el sobrepeso”.

No obstante, de la misma manera que sucede con otro tipo de fármacos, dadas las características del sistema sanitario estadounidense y el español, es difícil que se repliquen determinados problemas en territorio nacional. En palabras de Caballero, “todos estos medicamentos empleados como tratamiento de la diabetes mellitus de tipo 2 y/o el sobrepeso o la obesidad se encuentran sujetos a prescripción médica, por lo que únicamente pueden dispensarse con receta. Este requisito ya implica un control sobre la dispensación”.

Por estos motivos, según el farmacéutico, “salvo que exista una causa justificada (por ejemplo, invalidez de una receta, sospechas de falsificación de una receta o la ausencia de ésta en el caso de medicamentos sujetos a prescripción), el farmacéutico deberá dispensar el medicamento demandado en las condiciones reglamentarias establecidas, por lo que la labor de este profesional pasa por ofrecer información a los pacientes sobre el uso correcto de estos medicamentos, el modo de administración y la importancia de respetar la dosis y la pauta de administración”. “Además, cuando estos medicamentos se empleen con el objetivo de reducir el peso, se incidirá en la importancia del cambio de hábitos, pues su uso se debe acompañar de una dieta adecuada y de ejercicio físico, que permitirán tanto mantener la pérdida de peso lograda como mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de comorbilidades asociadas al sobrepeso o la obesidad”, agrega.

Abordaje integral

De la misma manera que Ciudin resalta el papel de las unidades de obesidad en el abordaje integral de la enfermedad, Caballero incide en que estos fármacos han de formar parte de una ecuación en la que también se integre una correcta alimentación, así como la práctica de ejercicio físico, ambos adaptados a las condiciones de cada paciente. “El cambio en los hábitos de vida es una condición necesaria para el mantenimiento de un peso saludable, pues, aunque en ciertos casos esté indicado el uso de medicamentos, una vez que estos dejen de administrarse se podrá recuperar el peso perdido si no se produce este cambio de hábitos”, asevera Caballero.

En este sentido recalca que cabe destacar que, en la actualidad, los estudios que han avalado la autorización de estos fármacos recogen que deben ser usados en un régimen de mantenimiento para evitar volver a la situación anterior; no obstante, hay estudios en marcha para evaluar la posibilidad de desescalar estos tratamientos sin que se produzca un ‘efecto rebote’.

Por último, Caballero plantea que “Hay casos de sobrepeso están relacionados con hábitos de vida poco saludables, lo que deja un amplio margen tanto para la prevención como para un tratamiento no farmacológico, evitando así posibles efectos secundarios”.

Así, con todas estas piezas del puzle, todos los agentes implicados, desde la administración hasta los profesionales, tienen como misión tratar de configurar acciones tanto preventivas como de tratamiento. La atención primaria y la farmacia comunitaria como puertas de entrada al sistema sanitario tienen un papel fundamental en la prevención y manejo de la obesidad desde sus primeros indicios. Pero, en este contexto, es fundamental que cuente con los recursos especializados necesarios para garantizar que cada paciente obtiene el manejo más adecuado en cada caso. Aquí, la educación en salud se alza como elemento fundamental para tratar de revertir las predicciones, o al menos que los datos no alcancen las estimaciones más pesimistas.

También por ello, desde la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad publicaban en este 2024 la Guía GIRO, que cuenta con las aportaciones de especialistas de diferentes ámbitos; a los que ya han participado, se espera que se vayan uniendo todos aquellos cuya participación contribuya a seguir avanzando hacia un abordaje holístico de la patología.