La mortalidad por cáncer sigue siendo una de las principales causas de pérdida de productividad. En particular, el cáncer hematológico se posiciona como la cuarta causa de muerte más común en España, lo que subraya su considerable impacto tanto en el ámbito laboral como en el social. En este contexto, la Revista Europea de Economía de la Salud publicó en septiembre de 2024 un estudio que analiza las pérdidas de productividad asociadas a las muertes prematuras por leucemia en España.
El informe, titulado “Evaluación de una década de costes de mortalidad prematura relacionada con la leucemia: impacto en la pérdida de productividad en España”, fue elaborado por los investigadores Josep Darbà, Meritxell Ascanio y Ainoa Agüera. El estudio destaca la preocupación creciente por el efecto económico y social que implica esta enfermedad, especialmente en términos de productividad laboral.
Para desarrollar el estudio, los investigadores analizaron los costes de productividad asociados a la mortalidad prematura por leucemia utilizando el método del capital humano. Este enfoque económico considera a las personas como activos productivos, al igual que el capital físico, y plantea que la inversión en educación, formación y experiencia laboral incrementa su productividad, contribuyendo así al crecimiento económico. A través de este modelo, se estimaron las pérdidas económicas derivadas de las vidas truncadas en edad laboral activa, cuantificando su impacto en la economía del país.
Los investigadores recogieron la información sobre tasas de mortalidad, ingresos típicos y cifras de desempleo a lo largo de una década: desde 2012 hasta 2021. Los resultados del estudio revelan que la leucemia fue responsable del 40 % de las pérdidas económicas atribuibles a neoplasias hematológicas. Asimismo, representó el 3,39 % de todas las muertes relacionadas con el cáncer. Solo en 2021, la enfermedad provocó la pérdida de 7.851 años de vida productiva potencial (APVPPP). A lo largo de la década analizada, estas muertes prematuras se tradujeron en unas pérdidas de productividad estimadas en 4.206,52 millones de euros. Estas cifras resultan especialmente significativas para España, ya que pueden contribuir a una planificación y distribución más eficiente de los recursos sanitarios y económicos.
Entre las conclusiones del estudio, los investigadores destacan que “estas pérdidas de productividad obtenidas ponen de relieve la carga que supone la leucemia para la población española, aportando datos novedosos sobre el número de muertes, las tendencias y las pérdidas de productividad asociadas a este tipo de cáncer”. Asimismo, explican que esta evaluación ofrece una nueva perspectiva que puede ayudar a los responsables políticos a distribuir “eficientemente” los recursos, de esta manera se reduciría la carga económica que supone para las personas en edad laboral.
2012 fue el año más crítico
En total, entre 2012 y 2021, 33.751 personas fallecieron por leucemia en España, 5.856 de ellas en edad laboral: “2012 destacó como el más crítico en términos de años potenciales de vida perdidos (APVP), registrando 5.643 en hombres y 4.285 en mujeres”, afirman los investigadores en el estudio. A lo largo del período analizado, la media anual de APVP se situó en 8.562, lo que refleja el impacto sostenido de esta enfermedad sobre la población en edad laboral.
Además, el informe presenta que la mayor incidencia por muertes de leucemia es en varones. “Cabe destacar que los grupos de edad mayores de 65 años presentan una notable concentración de pacientes, lo que sugiere que una proporción considerable de personas son diagnosticadas con leucemia después de alcanzar la edad de jubilación”, afirman los investigadores.
Los costos asociados a la mortalidad prematura por leucemia se estimaron utilizando el enfoque del capital humano, que calcula las pérdidas económicas derivadas de los ingresos y la productividad que una persona deja de generar al fallecer de forma anticipada. Este método, “ampliamente utilizado” para valorar las pérdidas de productividad tanto remunerada como no remunerada, ha permitido a los investigadores evidenciar cómo los problemas de salud pueden impactar “negativamente” en la capacidad laboral y en el ámbito familiar, así como en el disfrute del tiempo libre. El cálculo abarca el período comprendido entre la edad en que ocurre la muerte prematura y la edad estimada de jubilación.
“El año 2012 destacó como el más crítico en términos de APVP, registrando 5.643 muertes en hombres y 4.285 en mujeres”
Hasta donde se tiene constancia, este es el primer estudio que estima el impacto económico de la leucemia en España en términos de pérdida de productividad, lo que representa un avance relevante en la evaluación de su carga económica.
Incidencia en Hombres y mujeres
En 2021, el 16,33 % de los hombres y el 16,26 % de las mujeres en edad laboral que fallecieron por leucemia reflejaron una incidencia similar. Sin embargo, existe un sesgo de género, ya que los hombres son diagnosticados con mayor frecuencia, especialmente en casos como la leucemia mieloide aguda, sin que se conozcan aún las causas exactas. La incidencia aumenta con la edad, siendo el grupo de entre 80 y 84 años el más afectado en ambos sexos. A lo largo de la década los investigadores han observado una ligera disminución de la mortalidad, “posiblemente relacionada con mejoras en los métodos de detección precoz”.
“Este análisis se basa en el enfoque de capital humano, aunque no está exento de limitaciones”, afirman. Alternativas como el enfoque de costes de fricción han mostrado estimaciones notablemente diferentes.
Además, el estudio reconoce que no fue posible incluir pérdidas asociadas al ausentismo, presentismo, trabajo no remunerado o tiempo de ocio, por falta de datos disponibles. Investigaciones previas, muestran que los supervivientes de cáncer presentan las tasas más altas de ausentismo entre pacientes con enfermedades crónicas, lo que sugiere que las cifras aquí estimadas podrían subropresentar el impacto real.
A pesar de que algunos estudios han evaluado los costes directos de la leucemia, los costes indirectos como la pérdida de productividad suelen pasarse por alto debido a la dificultad de estimación y la falta de consenso metodológico. Aunque algunas agencias de evaluación económica recomiendan incluir los costes sociales, la falta de criterios homogéneos dificulta su aplicación.
Por último, se destaca que la detección precoz del cáncer no solo mejora la supervivencia, sino que también reduce los costes y permite a los pacientes mantener su vida laboral y familiar. En este sentido, los resultados del presente estudio pueden ser útiles para orientar políticas públicas, especialmente en relación con nuevas estrategias de cribado para la leucemia, que podrían optimizar la asignación de recursos sanitarios y mejorar la eficiencia del sistema.
Conjuntos de datos
El periodo de estudio se estableció entre 2012 y 2021, con el objetivo de analizar los datos más recientes disponibles a través de los registros del Instituto Nacional de Estadística (INE). Para conocer el número de muertes relacionadas con la leucemia, se recurrió al Registro de Defunciones del INE, que incluye información detallada sobre la edad y el sexo de las personas fallecidas.
“En términos generales, las leucemias se dividen en dos grandes grupos: las agudas y las crónicas”
La información sobre la tasa de empleo la obtuvieron a partir de la Encuesta de Población Activa (EPA), también elaborada por el INE. Por su parte, los datos sobre la remuneración laboral —que incluye tanto compensación monetaria como beneficios no monetarios— fueron extraídos de la Encuesta Estructural de Salarios de España, igualmente realizada por el INE.
Tipos de leucemia
Lucrecia Yáñez, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) y hematóloga del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander), explica a este medio que la leucemia se puede definir como “el cáncer de la sangre”: “Existen distintos tipos de leucemia, ya que no todas son iguales. Aunque hay muchas variantes, es fundamental que la población conozca que, en términos generales, las leucemias se dividen en dos grandes grupos: las agudas y las crónicas”.
La experta explica que las leucemias agudas son “probablemente” las más conocidas por el público. Se caracterizan por un inicio rápido y agresivo, y suelen requerir tratamiento inmediato, generalmente con quimioterapia. Son, además, el tipo de cáncer más frecuente en la infancia, por lo que muchas veces esa es la imagen que se asocia popularmente con la enfermedad.
Por otro lado, existen las leucemias crónicas, que en conjunto pueden ser incluso más frecuentes que las agudas. Estas enfermedades evolucionan de forma lenta y, en muchos casos, se detectan de manera incidental en análisis de sangre de rutina. No siempre requieren tratamiento inmediato, y cuando lo hacen, rara vez se utiliza quimioterapia. En su lugar, se emplean tratamientos dirigidos, que son medicamentos orales —pastillas— que permiten controlar la enfermedad a largo plazo. “Esto convierte a las leucemias crónicas en patologías manejables, con las que muchas personas pueden convivir durante años manteniendo una buena calidad de vida”, afirma Yáñez.
La sintomatología depende de cada leucemia. En el caso de las leucemias crónicas, la miembro de la Junta Directiva de SEHH asegura que lo más común es que no presenten síntomas evidentes. De hecho, en la mayoría de los casos se diagnostican de forma incidental, a través de una analítica de sangre de rutina realizada por otros motivos —como un chequeo laboral, un control de colesterol o una revisión general—.
En cambio, las leucemias agudas suelen manifestarse con síntomas claros y llamativos. Según Yáñez, “pueden aparecer hematomas en la piel sin motivo aparente, sangrados nasales frecuentes, fatiga intensa, fiebre persistente o sensación general de malestar. Estos signos suelen ser los que llevan al paciente a consultar, y son característicos de las formas agudas de la enfermedad”.
Factores de riesgo
Entre los factores de riesgo, la experta destaca que “tanto en las leucemias agudas como en las crónicas, la edad es un factor de riesgo importante”. A medida que las personas envejecen, aumenta la probabilidad de desarrollar distintos tipos de cáncer, y “las leucemias no son la excepción”. Estas enfermedades son, en general, más frecuentes en personas de edad avanzada.
En el caso de las leucemias crónicas, la experta explica que ya no solo es la edad, sino que no se han identificado con “claridad” otros factores de riesgo que expliquen su aparición. “A día de hoy, se desconoce qué desencadena exactamente este tipo de leucemias en la mayoría de los casos”, asegura la médico.
Lucrecia Yáñez destaca los tratamientos dirigidos que “han revolucionado la forma de tratar las enfermedades oncológicas y hematológicas”
Por otro lado, en las leucemias agudas sí se han identificado algunos factores externos que podrían influir en su desarrollo. La exposición a ciertos productos químicos, como los utilizados en algunas industrias, o a radiaciones, podría aumentar el riesgo. Sin embargo, en términos generales, todavía se desconoce con precisión qué causa la mayoría de los casos de leucemia. A diferencia de otras enfermedades, no siempre se puede establecer un origen claro o una causa específica.
Tratamientos de la leucemia
En el caso de las leucemias agudas, el tratamiento más frecuente es la quimioterapia intravenosa, que se administra de forma intensiva. En muchos casos, especialmente en los tipos más comunes de leucemias agudas, puede ser necesario realizar un trasplante de médula ósea.
Por el contrario, las leucemias crónicas se tratan, cuando es necesario, con medicación oral, generalmente en forma de pastillas que los pacientes toman de manera continuada, como ocurre con enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes. En estas leucemias, el trasplante de médula es excepcional.
Respecto a los efectos secundarios de los tratamientos, Yáñez asegura que la quimioterapia suele producir náuseas, vómitos, caída del cabello y toxicidad en diversos órganos. Los tratamientos dirigidos, por su parte, pueden causar alteraciones cardiovasculares o afectar al sistema inmunológico, aumentando el riesgo de infecciones. Sin embargo, en general, estos nuevos fármacos son mucho mejor tolerados y menos tóxicos que la quimioterapia convencional.
En algunos casos de leucemia linfoblástica aguda infantil, el tipo de leucemia más frecuente en niños, cuando la quimioterapia y el trasplante fallan —lo que ocurre en un 10-15% de los casos—, se puede recurrir a las terapias CAR-T. Este tratamiento consiste en extraer linfocitos T del propio paciente, modificarlos genéticamente para que reconozcan y destruyan las células de la leucemia, y reintroducirlos en el organismo.
Entre los avances más recientes, Yáñez destaca los tratamientos dirigidos, que han revolucionado la forma de tratar las enfermedades oncológicas y hematológicas. “Gracias a la investigación, ahora se conocen mejor las alteraciones moleculares implicadas en cada tipo de leucemia, lo que permite diseñar fármacos específicos que actúan directamente sobre esos mecanismos”, asegura la experta. Estos avances, junto con las terapias CAR-T, están mejorando notablemente el pronóstico de muchos pacientes, concluye Yáñez.