La diabetes es una enfermedad metabólica caracterizada por fluctuaciones del azúcar en sangre o glucemia que, si no se controla adecuadamente, acaba provocando daños en otros órganos y sistemas orgánicos. Es una enfermedad muy común, que afecta al 10 por ciento de la población mundial de entre 20 y 79 años, según las últimas cifras de la Federación Internacional de Diabetes (FID). Como tal, y sobre todo debido a sus complicaciones, supone una importante carga económica para los pacientes y los sistemas sanitarios.
En el año 2030 la población global con diabetes tipo 2 (DM2) aumentará en un 25 por ciento respecto a la de 2019, según un estudio publicado en ‘The British Medical Journal’ (que analiza la evolución durante las tres últimas décadas, de 1990 a 2019). Una cifra que podría alcanzar el 51 por ciento en 2045. El incremento de la prevalencia de la DM2 se debe a diversos factores, entre los cuales se encuentran el envejecimiento de la población, el incremento del sedentarismo y el aumento en la esperanza de vida en estas personas gracias a una mejor atención sanitaria. Un cóctel que se traduce en una mayor carga para el Sistema Nacional de Salud (SNS).
La prevalencia de la diabetes en España ha alcanzado el 14,8 por ciento. Afecta a uno de cada siete adultos y es la segunda tasa más alta de Europa. Además, España se sitúa en la lista de los diez primeros países en cuanto al gasto sanitario relacionado con la patología. En la actualidad supone el 8,2 por ciento del gasto, alcanzando los 8.600 millones de euros entre costes directos (5.800 millones de euros) e indirectos (2.800 millones de euros).
Según la revista Elsevier, los costes de la diabetes representan una proporción muy elevada del total del gasto sanitario español, siendo imprescindible introducir estrategias y medidas para mejorar la eficiencia en el control y el tratamiento para reducir así sus complicaciones y los enormes costes humanos y económicos asociados a la enfermedad.
En comparación con Europa, y según los datos del Atlas de la Diabetes de la Federación Internacional de Diabetes (IDF), España tiene un gasto medio anual de 2.817 euros por paciente. Se trata de una cifra menor a la del resto del continente, pero supone un incremento del 11,7 por ciento desde 2019, año en el que el gasto por persona era de 2.485 euros, con un aumento del 42 por ciento de los pacientes diabéticos en los últimos cuatro años. El número de personas con la enfermedad ha pasado de cerca de 4 millones a rondar los 6 millones. Y la perspectiva para 2025 es de nueve millones de afectados.
“Cuando se habla de costes de la diabetes, el 95 por ciento de los estudios son sobre la DM2 porque es la más prevalente. En 2021, el coste por paciente en España rondaba los 2.817 euros. Y, en un estudio de realizado en Andalucía que analizaba a pacientes jóvenes con diabetes tipo 1 de entre 12 y 16 años, el coste era de 4.800 euros. El motivo de ello es que la insulina es mucho más cara y la monitorización de la glucemia en un paciente con DM1 es mayor”, explica a EDS Franz Martín Bermudo, catedrático de Nutrición y Bromatología y vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Diabetes (SED).
El 95% de los costes de la diabetes son sobre DM2 porque es el tipo más prevalente
Casi un tercio de las personas que viven con diabetes en España no están diagnosticadas. Cuando la enfermedad no se detecta o no se trata adecuadamente, puede causar complicaciones graves y potencialmente mortales, como un infarto de miocardio, un accidente cerebrovascular, una insuficiencia renal, una ceguera o la amputación de miembros inferiores. Estas complicaciones reducen la calidad de vida y aumentan los costes sanitarios.
Dentro de los costes directos, que son los atribuibles a la enfermedad, se encuentran los gastos farmacológicos, hospitalarios y los derivados de las complicaciones, siendo estas últimas las que se llevan el mayor porcentaje del gasto. El elevado coste de las complicaciones se refleja también en el número de hospitalizaciones, que suponen hasta el 33 por ciento de todo el gasto directo en diabetes. Las complicaciones tardías se dividen en microvasculares y macrovasculares, por lo que los expertos piden urgentemente vigilancia a los pacientes para controlar la tensión arterial o el aumento del colesterol. “Mayormente, a los pacientes con DM2 se les ve en la atención primaria. Si la medicina de familia estuviera más fortalecida, esta enfermedad, como sucede con todas las crónicas, se podría controlar mucho mejor”, expresa Martín Bermudo.
Un estudio publicado por la EFPIA y llevado a cabo en Eslovenia muestra que más de la mitad del gasto directo anual del Instituto del Seguro de Enfermedad destinado a la diabetes se invierte en gestionar las consecuencias de las complicaciones diabéticas, como hospitalizaciones por complicaciones cardiovasculares, renales, pie diabético y otras.
El gasto medio anual por persona con diabetes sin complicaciones es de 520 euros, y muchas veces superior en el caso de una persona con complicaciones. Durante el periodo estudiado se calculó que el gasto medio de un paciente diabético con complicaciones renales era de 4.385 euros más al año. Los investigadores calcularon el gasto directo total tomando como referencia el gasto directo de la diabetes y añadiendo el gasto para el tratamiento de grupos de complicaciones diabéticas conocidas: del corazón, riñones, ojos, piernas, nervios, así como complicaciones agudas (con hospitalizaciones frecuentes por afecciones agudas específicas como la hipoglucemia). “Cuando se desglosan los datos, queda claro que las complicaciones representan más de la mitad de los costes directos de la diabetes”, expresan los investigadores.
Tratamientos disponibles
Apostar por la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos supone invertir en la salud pública. Los medicamentos innovadores reducen la mortalidad en enfermedades como el cáncer, permiten un mejor control de las patologías crónicas y, a largo plazo, aumentan la esperanza de vida de la población y mejoran su calidad de vida.
La diabetes fue durante muchas décadas una enfermedad difícil de controlar para el paciente y que suponía la muerte precoz de muchos de ellos. En la actualidad, las terapias disponibles permiten al enfermo controlar con sencillez su condición y han reducido la mortalidad hasta un 30 por ciento, según recoge Farmaindustria. Incluso han limitado la probabilidad de sufrir comorbilidades, como la ceguera o el pie diabético.
En los últimos años se han producido avances en las opciones de tratamiento para abarcar nuevas subpoblaciones de pacientes y ofrecer nuevas formas de administración. Y hoy, la industria farmacéutica tiene en desarrollo en el mundo más de 500 tratamientos sólo para la diabetes.
Los objetivos generales del tratamiento de la diabetes son evitar las descompensaciones agudas, prevenir o retrasar la aparición de las complicaciones tardías de la enfermedad, disminuir la mortalidad y mantener una buena calidad de vida. En lo que se refiere a las complicaciones crónicas de la enfermedad, los expertos han demostrado que el buen control glucémico permite reducir la incidencia de las complicaciones microvasculares (retinopatía, nefropatía y neuropatía), mientras que el buen control de la glucemia no parece ser tan determinante para prevenir las complicaciones macrovasculares (cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular, arteriopatía periférica).
“En este sentido, el tratamiento de la hiperglucemia debería contemplarse como parte de un abordaje integral del conjunto de factores de riesgo que presentan estos pacientes (hipertensión arterial [HTA], dislipemia, tabaquismo)”, confirma la publicación Elsevier. El estudio de los mecanismos moleculares que regulan la secreción de las hormonas pancreáticas sigue siendo clave en el avance del conocimiento de la DM2. El citoesqueleto es una estructura celular que integra las señales metabólicas y mecánicas necesarias para una correcta regulación del tráfico de vesículas exocíticas. Sin embargo, su papel en la regulación de la secreción de insulina y glucagón ha sido poco explorado. Con respecto al futuro, se investiga para lograr una cura con el tratamiento mediante terapia celular.
Importancia de las políticas de prevención y educación
Con el paso del tiempo, se ha demostrado que las políticas de prevención y educación en diabetes podrían influir en la reducción de costes a corto, medio y largo plazo. El Ministerio de Sanidad estima que en sujetos con elevado riesgo de desarrollar una DM2 la implantación de programas de pérdida de peso y planes de ejercicio físico pueden contribuir a la disminución del riesgo.
Con el paso del tiempo, se ha demostrado que las políticas de prevención y educación en diabetes podrían influir en la reducción de costes a corto, medio y largo plazo
Las personas con obesidad o sobrepeso y sedentarias tienen un riesgo muy elevado de desarrollar una DM2. Sin embargo, tal y como se ha mencionado, existen diferentes estudios clínicos que demuestran que una reducción moderada de peso y un programa de ejercicio físico de tan sólo media hora diaria durante al menos cinco días a la semana, experimentan una drástica reducción del riesgo de desarrollar una diabetes. Por su parte, la prevención de la diabetes tipo 1 entra dentro del campo experimental, limitándose actualmente al campo de la investigación.
“Se puede hacer mucho para reducir el impacto de la diabetes. Los datos sugieren que la DM2 a menudo puede prevenirse, mientras que un diagnóstico temprano y el acceso a un seguimiento adecuado para todos los tipos de diabetes pueden evitar o retrasar las complicaciones a las personas que padecen la enfermedad”, explican los expertos.
La prediabetes es una afección que se produce cuando los niveles de glucosa en sangre están por encima de lo normal, pero sin ser lo suficientemente altas para alcanzar los niveles de DM2. Si no se realiza un cambio en los hábitos de vida, es el camino hacia la DM2. Los especialistas consideran que es preciso el diagnóstico precoz de la prediabetes con el objetivo de establecer las medidas adecuadas que eviten o retrasen la progresión a DM2. El defecto fisiopatológico presente en la prediabetes se puede controlar con modificaciones en el estilo de vida, como dieta y ejercicio. La pérdida ponderal y la práctica de ejercicio mejoran la sensibilidad a la insulina, pero es esencial proporcionar a los profesionales de la salud herramientas para la adopción de medidas preventivas en esta población. La SED expresa que existen dos estudios que avalan el papel de las modificaciones en el estilo de vida, dieta y ejercicio, como un factor importante que puede detener la progresión hacia DM2.
En primer lugar, el Estudio Finlandés de Prevención de la Diabetes es un ensayo aleatorizado con 522 pacientes con sobrepeso y prediabetes asignados a un grupo de intervención intensiva en el estilo de vida o a un grupo de control de atención estándar. El grupo de intervención intensiva recibió asesoramiento dietético individualizado y consejo sobre entrenamiento de resistencia y aumento de la actividad física en general. El ejercicio aeróbico indicado era de alta intensidad durante el primer año seguido de un periodo de mantenimiento con un objetivo adicional de reducción ponderal.
En relación al consejo dietético, se consideró la reducción de la ingesta de grasas y el aumento del consumo de fibra. En el grupo control se realizó asesoramiento general sobre dieta y ejercicio junto con un examen físico anual. En la evaluación al año y tres años se objetivó una disminución ponderal con mejoría de perfil lipídico y una reducción en un 58 por ciento del riesgo de desarrollo de diabetes en comparación con el grupo control. Los sujetos libres de diabetes al final de la intervención fueron seguidos durante tres años adicionales. Durante el periodo total de seguimiento de siete años, la incidencia de diabetes fue de 4,3 frente a 7,4 por 100 años-persona en el grupo de intervención y control, respectivamente.
Por otro lado, el Programa de Prevención de la Diabetes (DPP, por sus siglas en inglés) reprodujo resultados similares con un diseño similar, pero incluyó, además, un grupo tratado con metformina, uno con intervención intensiva en el estilo de vida y otro con placebo. En el grupo de estilo de vida se objetivó una pérdida del 7 por ciento del peso inicial y un mínimo de 150 minutos de actividad física por semana con una reducción de la incidencia de diabetes en un 58 por ciento. Esta reducción fue de un 31 por ciento en el grupo tratado con metformina en comparación con el grupo placebo. Un análisis más detallado del grupo de estilo de vida mostró una reducción del 16 por ciento en el riesgo de diabetes por cada kilogramo de pérdida de peso. Tras un seguimiento de 10 años los efectos de la modificación del estilo de vida en la prevención de la diabetes se mantuvieron.
Coste social de la enfermedad
Las enfermedades crónicas influyen en la vida de aquellos que las padecen de forma considerable, afectando tanto a su esfera psicoemocional como a la familiar, social y laboral. “Es posible que los médicos, al centrarse en los objetivos metabólicos, hayan olvidado estos aspectos, aunque parece evidente que evalúan variables importantes en el tratamiento desde la perspectiva del enfermo. Para algunos autores la valoración de la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) puede llegar a convertirse en un elemento integral de la toma de decisiones en la clínica”, recoge la revista Elsevier.
“El coste social en un paciente con diabetes es 2,2 veces más alto que en una persona que no padece una enfermedad”
“El coste social de la enfermedad es cómo afecta esta patología a las personas que la padecen en el ámbito emocional, personal o familiar, incluyendo también los posibles estigmas y discriminaciones que puedan sufrir”, indica Martín Bermudo. Afirma que es difícil de cuantificar, pero que a lo largo de los años se ha tratado de medir. “El coste social en un paciente con diabetes es 2,2 veces más alto que en una persona que no padece una enfermedad. Y si el paciente tiene complicaciones, el coste social es cuatro o cinco veces más elevado. En términos de coste social, el impacto de la enfermedad va más allá del gasto médico y del gasto laboral. Se trata de una serie de factores que impactan en la propia comunidad y en el bienestar general de la sociedad”, sentencia.