Cada vez son más los estudios que evidencian la brecha de género en diferentes ámbitos de la sanidad. Tanto en aspectos como la poca representación de mujeres en ensayos clínicos y las consecuencias que esto conlleva, como en cuanto al porcentaje de puestos que ocupan en diferentes especialidades. Y es que, cabe recordar que según la última Encuesta de Población Activa (EPA), casi el 78 por ciento de los puestos de trabajo relacionados con la sanidad están ocupados por mujeres; sin embargo, como ya han puesto de relieve profesionales y entidades, estas cifras no se traducen en una representación similar en puestos de responsabilidad.

Esta misma situación se extrapola al campo de la oncología. El grupo de trabajo Women 4 Oncology, perteneciente a la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) ha publicado un informe en el que analiza de manera detallada esta situación; introduce además una variable que ha tenido gran impacto en la sociedad: la COVID-19. Pilar Garrido, oncóloga, coordinadora del grupo Women 4 Oncology y presidenta de la Federación de Asociaciones Médico Científicas Españolas (Facme) ha encabezado la coordinación del informe.

Un total de 649 personas han participado en esta encuesta, la cual ha sido respondida al completo por 541. Con todas las respuestas sobre la mesa, hay datos que destacan, tales como que el 58 por ciento de participantes consideran que la COVID-19 ha afectado a su carrera profesional; de ellas, el 83 por ciento indica que este impacto ha sido negativo (un 85 por ciento de mujeres respecto al 76 por ciento de hombres han informado de este hecho).

Por otra parte, el 82 por ciento precisa que esta influencia de la pandemia ha cambiado su vida familiar y personal, con más repercusión nuevamente entre las mujeres. Los resultados del informe revelan que este aspecto ha afectado al 89 por ciento de mujeres frente al 78 por ciento de hombres; algunos de los hechos que motivan esta diferencia son el mayor tiempo dedicado por las mujeres son su mayor carga en el ámbito asistencial además de las labores de cuidado que han tenido que ejercer. Otro de los puntos que afecta tanto al presente como al futuro, es que en base a los resultados de la encuesta, las mujeres han empleado menos tiempo en labores de investigación y ciencia; la principal consecuencia de ello es que este punto tiene una influencia muy relevante en la construcción y crecimiento de los curriculums en medicina.

De todo esto, el grupo de trabajo extrae que hay que seguir trabajando puesto que, con datos como los anteriores, es muy probable que se observe como la brecha de género en oncología se intensifica durante los próximos años.

Los autores del estudio consideran que los datos publicados son una primera aproximación y hay que seguir examinando los datos con profundidad. Plantean que, al haber participado un mayor número de mujeres que de hombres, puede haber datos que estén ligeramente distorsionados. También, indican que es necesario seguir registrando datos sociodemográficos y psicosociales de las personas a las que se extienda o haya extendido este cuestionario para obtener una radiografía más precisa, poder contar con datos a mayor escala e identificar así las raíces del problema para solucionarlos desde la raíz de los mismos.

Distribución de las actividades

Uno de los aspectos que el documento examina desde diferentes perspectivas es la distribución de las labores profesionales entre hombres y mujeres, así como su conciliación con otras labores de la vida personal.

Como se mencionaba anteriormente, más de la mitad de las personas encuestadas afirmaban que la COVID-19 había impactado en sus vidas, con más de dos tercios de encuestados que definían este impacto como negativo. Pilar Garrido explica que este problema ya se había detectado tanto a nivel general en medicina como en otras especialidades, concluyéndose que “no había un reparto de roles parecido a pesar de que profesionalmente los roles sí eran similares; por tanto, queríamos saber si este impacto estaba siendo el mismo en oncología”. Profundizando en este punto, el 86 por ciento de mujeres y el 82 por ciento de hombres indican que la crisis sanitaria ha interferido en su vida personal y familiar; en ambos planos, tanto personal y familiar, la afectación de las mujeres ha sido mayor que la de los hombres.

También se analiza el tiempo dedicado a las diferentes labores que se desempeñan en el puesto de trabajo, con datos reveladores. Mientras que las mujeres han dedicado más tiempo a labores asistenciales que ellos, además de a tareas de laboratorio y extralaboralmente, a tareas relacionadas con el ámbito doméstico, los hombres aumentaron su dedicación a investigación y ciencia.

La afirmación de Garrido se corrobora además con los datos postconfinamiento. Tal y como se refleja en los resultados del estudio, estas proporciones en la distribución de las tareas se mantuvieron una vez finalizado el periodo de confinamiento.

Bajo el punto de vista de Garrido, a pesar de que es un problema que sigue vigente, se observaba como el “esfuerzo para disminuir la brecha de género era común a hombres y mujeres” en la medicina en general y en oncología en particular. pero apunta que “en cuanto las cosas no vienen bien dadas se asume con mucha facilidad que el reparto de tareas no es equitativo fuera del trabajo”. Para minimizar el impacto de esta situación, la oncóloga cree que “desde las sociedades científicas es necesario trabajar para ver cómo podemos arreglar esto”.

Autoría de las publicaciones

Al hablar de la distribución de tareas, uno de los apartados que llama la atención es el relativo al tiempo que cada uno dedica a las diferentes tareas laborales. Garrido incide en las implicaciones que puede tener la diferencia por género de la autoría de las publicaciones.

Garrido desgrana este epígrafe señalando que “en el ámbito de la oncología, mientras que las mujeres ocupaban más tiempo en tareas asistenciales, los hombres han dedicado más tiempo a trabajar en proyectos de ciencia”.  “Esto se traduce en solicitar becas, preparar artículos para su publicación. Fuera de este estudio, como explica la oncóloga, “hay varias publicaciones que alertaban de que la mayoría de papers que se enviaban a las revistas, estaban firmados por primeros o seniors que era varones; la preocupación de fondo de todo esto no es lo que ha pasado en la pandemia, sino el impacto que puede tener una brecha de género mayor en los años sucesivos derivados de que el curriculum generado durante el tiempo de la pandemia genere una brecha de género mayor”.

Esto se traslada a cada caso de tal manera que, en palabras de Garrido “en principio en el ámbito académico la mejora en tus posiciones depende de tu curriculum”. Concretamente, detalla que “esto tiene una parte relacionada con lo que publicas y dónde lo publicas; también, no tiene el mismo peso que seas el primer firmante del artículo, que tengas una posición intermedia o que seas el último, que se considera senior”. Siguiendo este hilo manifiesta que “estas posiciones, la primera y la última son las de prestigio y si ahí existe más brecha es porque los hombres han dedicado más tiempo a publicar, lo que va a tener un impacto negativo en el currículum de las mujeres”.

“La preocupación de todo esto no es lo que ha pasado en sí, sino sin la pandemia está contribuyendo a magnificar la brecha de género; así, entre hombres y mujeres con méritos teóricamente iguales, esto va a provocar un retroceso en el cierre de la brecha”, advierte la especialista.

El dato es si cabe más preocupante, teniendo en cuenta que otras instituciones ya habían estimado el tiempo necesario para que esta brecha de género se minimice paulatinamente hasta cerrarse. En 2018, el Foro Económico Mundial cifraba en 170 años el tiempo necesario para acabar con esta diferencia. Atendiendo a este dato, la información de este informe y otros situaciones, las predicciones apuntan a que será difícil reducir el tiempo para acabar con esta desventaja por géneros.

Puestos de responsabilidad

Consecuencia de todo lo anterior es la infrarrepresentación de las mujeres en puestos de responsabilidad. Concretamente, al haber dedicado las mujeres más tiempo a labores asistenciales y de laboratorio en lugar de a ciencia e investigación, la representación de las mujeres en este ámbito sigue siendo pequeña en comparación con el porcentaje que ocupan dentro de la oncología.

Las conclusiones del estudio realizado por Women for Oncology certifican este fenómeno, explicando que al realizar una búsqueda en PubMed, portal que recoge numerosos estudios biomédicos, es clara la brecha de género en cuanto a autoría. En una consulta realizada a fecha de 1 de mayo de 2021, de las 1.370 publicaciones relativas a la COVID-19 que se han realizado, solo un 34 por ciento correspondían a mujeres. Además, el porcentaje de mujeres que figuran como primeras o últimas autorías (posiciones que como recalcaba Garrido son las de mayor relevancia), los datos son de un 29 y 26 por ciento respectivamente. En otras páginas web de gran relevancia como The Lancet los datos son muy similares.

También en Estados Unidos se ha llevado a cabo un estudio en esta línea. Al observar las publicaciones durante la pandemia (revisando un total de 1893 papers) se ha registrado un descenso del 19 por ciento de las publicaciones lideradas por mujeres en comparación con el mismo periodo de 2019. Esta cifra es especialmente baja en los meses de abril y mayo de 2020, periodo de mayor impacto de la pandemia. Los autores de esta investigación concluyeron que la productividad había sido cuantiosamente distinta entre hombres y mujeres, afectando especialmente a aquellas que están en las etapas más tempranas de su carrera.

Para atajar este problema, Garrido propone “sacar a la luz los datos”. “Precisamente pensar que en otros ámbitos esto no ha sucedido, puede dar lugar a que no implantes medidas correctoras si no cuentas con estos datos; este tipo de encuestas sirven para certificar que esto sí que pasa, y que, con los números en la mano, lo que hay que hacer es concienciar a todo el mundo de que esta realidad ha pasado y que está en mano de todos solucionarlo”, apunta. 

Aparte de su papel como coordinadora de Women 4 Oncology, Garrido también especifica que van a trabajar en este problema desde Facme, entidad que preside. La experta desarrolla la idea que tienen para evaluar la situación; “los datos en los que va a trabajar Facme son cuantificar cuántas mujeres jefes de servicio hay, desglosándolo por especialidades; cuando tengamos los datos, veremos si hay un reparto equitativo de acorde al número de mujeres profesionales que hay”, precisa.

Asimismo, se refiere otros contenidos publicados al respecto. “Digamos que, en la literatura a nivel internacional, hay artículos como uno del New England Journal of Medicine, con datos de muchas universidades, que decía que, en los últimos 35 años, el número de mujeres que acceden a la universidad es llamativamente inferior al de los hombres; también, que cualquier cambio de estatus de una mujer le lleva una media de 7 años frente a los 3,5 en hombres”, plantea. Poniendo el problema en perspectiva, opina que “hace 35 años se podía decir que había menos mujeres, que era más complicado, pero ahora la medicina es una profesión muy feminizada y cuando tienes los datos hay que analizar por qué son así; a partir de ahí, procurar medidas de mejora”.

Responsabilidad de las administraciones

En esta línea, la oncóloga alude a la responsabilidad de las administraciones para ayudar a revertir estos datos. “Igual que hace tiempo se valoró, y en España ya está implementado en proyectos de investigación, que el período de maternidad no compute para que no disminuyan sus oportunidades, las mujeres que tengan un proyecto lo que hay que plantear es que esta situación lo que hace es que haya que poner en marcha más medidas de apoyo a las mujeres”, afirma. Para finalizar con esta idea añade que “con los datos en la mano, la profesión ha de sentarse con las autoridades y trabajar”.

El trabajo publicado en esta encuesta es solo un preludio. Garrido explica que, como complemento a esta y otras encuestas realizadas en años anteriores relativas a inequidades en desarrollo de la carrera profesional, uno de los objetivos más inmediatos es “lanzar esa encuesta, pero enfocada a género y diversidad, analizando también otros factores que afectan negativamente al desarrollo de la carrera profesional”. “Hoy en día la sociedad es muy global y hay que ver cómo influye la cultura y los impactos que tiene”, reflexiona Garrido.

Todos estos cuestionarios, la monitorización de los datos que realizan y otras labores de divulgación y visibilización se dirigen hacia una misma senda: aquella que lleve a encontrar la fórmula que contribuya a reducir la brecha de género de manera acelerada tanto en oncología como en otras especialidades sanitarias.

Como recogen en este informe, no se puede desatender el hecho de que “los hallazgos del documento tienen implicaciones importantes para los equipos de trabajo en oncología, en términos de preparación ante futuras crisis sanitarias u otras situaciones similares”. “El balance de género en puestos de liderazgo puede facilitar una toma de decisiones más colaborativa, en la que se tengan en cuenta diversas visiones de los profesionales en etapas diferentes en su carrera; esto puede ser crucial ante situaciones de gran estrés como la que hemos vivido con la COVID-19”, concluye la publicación.