La lucha contra la obesidad ha sido uno de los mayores desafíos de la medicina moderna, y la industria farmacéutica ha experimentado múltiples fracasos en su intento por encontrar tratamientos efectivos. A lo largo de las últimas décadas, el desarrollo de medicamentos para combatir la enfermedad ha sido un camino lleno de obstáculos, caracterizado por la retirada temprana de muchos productos debido a problemas de seguridad. Sin embargo, recientes avances científicos están marcando una transformación revolucionaria en este campo, impulsando a las grandes farmacéuticas a replantearse su enfoque en la investigación y desarrollo de fármacos contra esta enfermedad.
Los GLP-1, que fueron inicialmente desarrollados para el tratamiento de la diabetes tipo 2, han demostrado una eficacia notable en la reducción del peso corporal. Uno de los primeros medicamentos en esta clase fue Byetta (exenatida), aprobado en 2005 para la diabetes tipo 2, y que mostró efectos en la regulación del apetito. No obstante, fue en 2021 cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó Wegovy (semaglutida, Novo Nordisk) para el tratamiento de la obesidad. Este fármaco demostró en ensayos clínicos que, cuando se combina con un cambio en el estilo de vida, puede llevar a una pérdida de peso media sostenida del 14,9%, con el 86% de los pacientes alcanzando al menos un 5% de pérdida de peso.
Pero, el éxito de los agonistas del GLP-1 ha desatado una carrera entre las grandes compañías para desarrollar tratamientos aún más efectivos contra la obesidad. Compañías como Eli Lilly están liderando esta competencia con medicamentos como Mounjaro (tirzepatida), el primer agonista dual de GLP-1 y polipéptido inhibidor gástrico (GIP), que fue aprobado en 2023. Esta nueva clase de medicamentos promete no solo mejorar la pérdida de peso, sino también mantenerla a largo plazo, lo que representa uno de los mayores desafíos en el tratamiento de la obesidad.
Actualmente, más de 144 moléculas dirigidas contra la obesidad están en desarrollo, la mayoría en fases preclínicas. Según el informe ‘La evolución del desarrollo de fármacos contra la obesidad’, publicado por BioPharma Dive, en 2023 se registró un notable aumento en los ensayos clínicos centrados en esta enfermedad, con más de 109 estudios en curso. La mayor parte de este auge ha sido liderada por los agonistas del GLP-1, aunque también se están investigando otras hormonas, como GIP y el glucagón, como posibles candidatos terapéuticos.
“Dado que la obesidad es una enfermedad tan prevalente y que, hasta ahora, no contábamos con soluciones realmente eficaces, este crecimiento en investigación ha sido impulsado por la aparición de la primera molécula peptídica intestinal, que ha demostrado una eficacia inesperada y ha abierto un campo de posibilidades”, explica Cristóbal Morales, Cristóbal Morales, portavoz de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), a la Revista Española de Economía de la Salud (EDS).
En Reino Unido, por ejemplo, el gobierno está evaluando la posibilidad de autorizar el uso de Mounjaro en el sistema de salud público para personas desempleadas con obesidad. La medida busca no solo mejorar la salud de los individuos, sino también facilitar su reintegración al mercado laboral, lo que refleja el creciente reconocimiento de la obesidad como un problema de salud pública que requiere soluciones a gran escala. En España, sin embargo, no existe actualmente financiación para tratamientos contra la obesidad. A pesar de ello, Morales, subraya la importancia de avanzar en políticas que traten esta enfermedad como una patología crónica, destacando que los medicamentos basados en GLP-1 no solo ayudan a perder peso, sino que mejoran la salud general de los pacientes. Del mismo modo, instó a crear un plan nacional “que aborde el problema de la obesidad por primera vez desde el origen”.
Nuevas líneas de investigación y seguridad
A medida que la demanda de tratamientos efectivos contra la obesidad sigue creciendo, las compañías están diversificando sus líneas de investigación. Los estudios actuales están explorando compuestos con mecanismos de acción complementarios, que puedan ser usados junto a los agonistas del GLP-1 para optimizar la pérdida de peso y evitar la pérdida de masa muscular. La adaptación metabólica, que facilita la recuperación de peso tras una pérdida inicial, es otro de los fenómenos que los nuevos tratamientos buscan combatir. El enfoque hacia la diversificación y la innovación está impulsando a las compañías a reconsiderar sus estrategias. Por ejemplo, los inhibidores de la miostatina, que actualmente están en desarrollo, podrían ofrecer una solución a la pérdida de masa muscular asociada a la pérdida de peso. Además, el enfoque integral de combinar diferentes tipos de terapias está ganando terreno, lo que podría abrir nuevas fronteras en el tratamiento de la obesidad.
A medida que la demanda de terapias contra la obesidad crece, las compañías diversifican sus líneas de investigación
Impulsados por el éxito de estos medicamentos y las optimistas previsiones de crecimiento del sector, los tratamientos contra la obesidad han experimentado un crecimiento espectacular en los últimos dos años. Las compañías buscan introducir al sector nuevas fórmulas orales más cómodas, nuevas incretinas y mecanismos de acción innovadores. Este crecimiento ha generado un aumento en las valoraciones de las compañías involucradas, y ha llevado a Eli Lilly a convertirse en la primera farmacéutica con una capitalización bursátil superior a los 724.038 millones de euros, según matizaba un documento elaborado por Evaluate Pharma. Pero, la carrera por liderar el sector de la obesidad también ha intensificado las operaciones de adquisición. Las compañías más pequeñas se consideran altamente prometedoras y han atraído un interés significativo de los inversores. Por ejemplo, Viking recaudó 570 millones de euros en una oferta secundaria de acciones, seguida de una financiación de 497 millones por parte de Structure.
Las grandes compañías dominan el sector de la obesidad debido a los enormes recursos necesarios para el desarrollo, comercialización y fabricación de estos medicamentos. A pesar de las enormes inversiones en capacidad de fabricación, Novo Nordisk y Lilly aún enfrentan problemas de suministro, lo que resalta la complejidad de satisfacer la creciente demanda. “Aunque los innovadores más pequeños juegan un papel crucial en la investigación inicial, el coste de llevar estos tratamientos a la fase final de desarrollo solo puede ser asumido por las grandes corporaciones”, argumentaba el informe.
Otros enfoques terapéuticos
Además de la acción sobre el GLP-1 o el GIP, BioPharma Dive expresa que se están evaluando otros enfoques terapéuticos. Uno de ellos consiste en bloquear un receptor cannabinoide llamado CB1, conocido por regular una hormona moduladora del apetito llamada leptina, además de que también tiene efectos sobre otras funciones biológicas, como la inflamación. Sin embargo, el experto en endocrinología, Morales, explica que en su momento hubo un tratamiento desarrollado por Sanofi, el rimonabant, que se retiró debido a efectos adversos neuropsiquiátricos significativos, como ansiedad e ideación suicida, por lo que “desde entonces, parecía una vía de investigación estancada”. Sin embargo, “en el ámbito de la obesidad y otras enfermedades, cualquier nueva vía que se sume a las opciones actuales es bienvenida, pues se prevé que el tratamiento futuro se base en una combinación de diferentes moléculas y dianas, avanzando hacia una medicina personalizada”, subraya.
Uno de los nuevos enfoques consiste en bloquear un receptor cannabinoide llamado CB1
“Estamos ante una vía antigua, pero renovada, con moléculas mejoradas que probablemente no se utilizarán como tratamiento único, sino como complemento en una terapia combinada“, admite Morales. “Aunque aún está en fases muy tempranas (Fase I y Fase II), la investigación en este campo es prometedora para la personalización del tratamiento de la obesidad, una enfermedad de impacto global”, argumenta. En el análisis de BioPharma se menciona que, dentro de esta vía, Novo Nordisk cuenta con un compuesto en Fase II denominado monlunabant, pero no cumplió expectativas, lo que llevó a la compañía a afirmar que “era necesario seguir trabajando para determinar la dosis óptima”. “Conozco el trabajo de Novo Nordisk en torno a esta molécula, que, aunque fue eficaz con una pérdida de peso del 6% frente al placebo, presentó también efectos adversos neuropsiquiátricos”, reitera Morales.
En el documento de BioPharma se menciona que la próxima baza para el CB1 podría ser el nimacimab (Skye Bioscience), cuyos resultados provisionales de Fase II están previstos para mediados de 2025. El ensayo, denominado CBEYOND, compara nimacimab con placebo, así como una combinación de Wegovy y nimacimab con Wegovy solo. El estudio medirá la pérdida de peso a lo largo de 26 semanas con la participación de 120 voluntarios. “Tras 18 años de desarrollo con GLP-1, parece que la sociedad empieza a reconocer su importancia, pero la ciencia sigue avanzando, y ahora entramos en la era de los coagonistas”, admite Morales. Del mismo modo, confirma que hay combinaciones como GLP-1 más GIP, GLP-1 más glucagón, y otros compuestos con nuevos mecanismos de acción que ofrecen opciones terapéuticas prometedoras”.
Más promesas en el horizonte
Por otro lado, con Zepbound, el tratamiento de Eli Lilly dirigido a adultos con obesidad o sobrepeso y comorbilidades relacionadas, la compañía está llevando a cabo el ensayo SURMOUNT-5 para demostrar que su tratamiento es más efectivo que Wegovy en la reducción de la masa corporal de personas con obesidad o sobrepeso que padecen complicaciones asociadas, como cardiopatías o hipertensión. Se esperan resultados a finales de año, y hasta ahora, sus resultados parecen superiores a los de Wegovy, ya que ha demostrado ayudar a las personas con obesidad a perder hasta un 21% de su peso corporal, en comparación con el 16% que se reporta con la terapia de Novo Nordisk.
A diferencia de Wegovy, que estimula la hormona metabólica GLP-1, Zepbound actúa sobre el GLP-1 y también sobre otra hormona llamada GIP. Su innovador mecanismo dual ha servido como modelo para otras compañías, incluida Novo Nordisk, que está en la fase final de estudio de un fármaco experimental de doble acción denominado cagrisema, una terapia que combina semaglutida con otro compuesto que imita la hormona metabólica amilina. Además, la compañía danesa está probando cagrisema directamente frente a Zepbound, pero los resultados de ese ensayo no estarán disponibles hasta dentro de un año.
Amgen, aunque no es reconocida por sus fármacos cardiometabólicos, ha desarrollado uno llamado maridebart cafraglutida o maritida, que se encuentra entre los medicamentos contra la obesidad más vigilados. Este tratamiento actúa sobre las mismas hormonas intestinales, GLP-1 y GIP, que Zepbound, pero, a diferencia de este, está diseñado para inhibir el GIP en lugar de estimularlo. Además, se administra mensualmente, en contraste con las inyecciones semanales de Zepbound y Wegovy. Los resultados de Fase II de la compañía están previstos para finales de año, según BioPharma Dive.
“Esta diversidad de alternativas permitirá, en el futuro, un tratamiento personalizado para cada paciente con obesidad, según su fenotipo”, argumenta. “Estamos viendo una cantidad considerable de ensayos clínicos con moléculas que, además, buscan combinar beneficios para la pérdida de peso y el aumento de la masa muscular. Sin duda, esto ofrece una gran oportunidad para desarrollar soluciones ajustadas a cada perfil de paciente”, especifica el experto.
La obesidad en cifras
La obesidad no solo es una condición de salud que afecta a una proporción significativa de la población mundial, sino que también es un importante factor de riesgo para una serie de enfermedades crónicas. Entre estas se incluyen la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y trastornos metabólicos que elevan los costes de atención sanitaria. Desde 1975, la prevalencia de la obesidad se ha disparado en todo el mundo, duplicándose con creces entre la población adulta. En países como Estados Unidos, más de un tercio de los adultos son obesos, lo que ha generado una enorme carga económica sobre los sistemas de salud y ha afectado la productividad de la población.
Desde 1990, la obesidad en adultos a nivel mundial ha duplicado su prevalencia con creces. En 2022, se estimó que 2.500 millones de adultos de 18 años o más presentaban sobrepeso, de los cuales 890 millones eran considerados obesos, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Solo analizando estas cifras se entiende el importante impacto que tiene a nivel mundial esta enfermedad, no solo para la salud de las personas, también en términos sociales y económicos.
En 2022, se estimó que 2.500 millones de adultos presentaban sobrepeso, de los cuales 890 millones eran considerados obesos
Se trata de una enfermedad que afecta tanto a la salud como a la sociedad en su conjunto. Está vinculada a un mayor riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares, hipertensión, cáncer y trastornos respiratorios, lo que disminuye la calidad de vida y aumenta la mortalidad prematura. Socialmente, genera una carga considerable en los sistemas de salud debido a los altos costes de tratamiento y la atención prolongada. También reduce la productividad laboral y agrava el estigma y la discriminación, afectando la salud mental y las oportunidades socioeconómicas. Es decir, la obesidad supone un reto global tanto para la salud pública como para la economía de los países.
El futuro de los tratamientos contra la obesidad parece prometedor. Con cada vez más investigaciones en marcha, las compañías buscan desarrollar nuevas terapias que no solo reduzcan el peso, sino que mejoren la salud metabólica a largo plazo. Las investigaciones actuales se centran en encontrar combinaciones de fármacos que aborden múltiples aspectos de la obesidad, desde el control del apetito hasta el aumento del gasto energético. En última instancia, la lucha contra la obesidad se perfila como una de las áreas de mayor crecimiento en la industria farmacéutica. Las compañías están invirtiendo en innovaciones que prometen revolucionar el tratamiento de esta enfermedad, no solo en términos de pérdida de peso, sino también en la mejora de la salud general de los pacientes, con un enfoque cada vez más centrado en la prevención de comorbilidades y la sostenibilidad a largo plazo.
“La obesidad es la antesala de muchas complicaciones de salud, por lo que las grandes compañías, con capacidad investigadora, están ahora centradas en crear agonistas, coagonistas, triagonistas y otros enfoques para abordar la obesidad de forma efectiva”, afirma Morales. Del mismo modo, concluye que “podríamos compararlo con el descubrimiento de un ‘nuevo mundo’: la obesidad era una enfermedad sin soluciones claras, y ahora, con esta nueva vía peptídica, tenemos un nuevo sector de oportunidades”.