El Partido Popular ha comenzado su nuevo curso político en el Senado con nuevo portavoz de Sanidad: Eduardo Raboso. El también médico y diputado del PP en la Asamblea de Madrid, ya ha se ha estrenado en la Cámara Alta. En una entrevista con Economía de la Salud, ha explicado cuáles serán los ejes prioritarios de su partido en materia sanitaria y las iniciativas más importantes que presentarán en este sentido.

Pregunta. Como médico, ha estado trabajando durante toda la pandemia y conoce de primera mano cómo ha sido la gestión y respuesta de nuestro país. ¿Cuáles son las lecciones que nos deja la COVID-19?

Respuesta. La lección que yo he aprendido desde las trincheras de la pandemia es que el sistema sanitario en España adolece de una rigidez que le impide adaptarse rápidamente a situaciones desesperadas. La Gripe A fue un aviso importante y, si lo que ha pasado con la COVID-19 hubiera pasado por el ébola, podría haber sido una verdadera hecatombe: una fiebre hemorrágica circulando por occidente, con una mortalidad del 75-76 por ciento…

Yo estaba en el Hospital de La Princesa, donde quedaron en pie, en la primera ola, cinco personas de la dirección (seríamos 40 en total) y ocho jefes de servicio. Esa era toda la jerarquía del hospital. Y la Ley de gobernanza de los centros nos deja fuera de juego cuando ha habido momentos en que necesitábamos desesperadamente alguien que se hiciera cargo del mando de la dirección del hospital. Esto va a ser algo que se repita, porque hemos globalizado la economía, pero no la salud.

“El sistema sanitario en España adolece de una rigidez que le impide adaptarse rápidamente a situaciones desesperadas”

P. ¿Cómo atajar este problema?

R. Tenemos que estar preparados. Y los actores de política sanitaria tenemos que hacer un reflexión muy honesta, cuidadosa, técnica y nada partidista de lo que ha sucedido. Tenemos que modificar la estructura sanitaria de este país para que la próxima vez no pase lo mismo.

Llevamos reconocidos 95.000 muertos. A eso, probablemente, tengamos que añadir 25.000 o 30.000 más que el Gobierno se niega a reconocer. Ayer murieron 157 personas. Nos estamos acostumbrando a las cifras de muertos, que son impresionantes a diario, y son verdaderas tragedias para las familias.

Hay que hacer un análisis muy serio de lo que ha pasado: examinar nuestro sistema público de salud y ver por qué hemos tenido tantísima mortalidad. Hay que ver dónde ha fallado el sistema y modificarlo de raíz. Creo que hay que dotarle de flexibilidad para tener capacidad de reacción inminente: que seamos capaces de reconfigurar la sanidad en cuestión, si hace falta, de horas.

Quizás también hay que hacer un plan de infraestructuras para que todo el mundo sepa lo que tiene que hacer. Por ejemplo, reconfigurar los quirófanos comunes, algo que hicimos improvisando. El Zendal ha sido un éxito. Nos ha salvado la vida en Madrid. Es una estructura que me parece fantástica, que se puede reevaluar cómo se configuró y que puede acoger miles de pacientes de golpe. Porque llega un momento en que un hospital empieza a saturarse de casos COVID-19 y dejas de operar casos graves si te quedas sin UCIs. En mi caso, llegó un momento en que dejé de operar cánceres. Todos los profesionales se focalizan en lo que hay y empieza a bajar el nivel de atención para otras patologías que también necesitan atención cotidiana.

P. La profesión farmacéutica también tiene la sensación de estar un poco olvidada en la pandemia. En España se pueden vender test en farmacias, pero no realizar, como hacen Italia o Alemania. ¿Qué hay que hacer para que se reconozca el papel de la farmacia?

R. Hay que modificar el marco jurídico para que no existan esos problemas. Empezar a corregir lo que ha estorbado, aquello que la realidad dejó obsoleto o inadaptado. Y farmacia es un ejemplo paradigmático.

En la época de confinamiento, la gente estaba sin medicación. Sobre todo, era gente mayor que no tenía acceso a las farmacias. Y la farmacia reaccionó como tenía que reaccionar. Y han presionado como tenían que presionar: han dicho que pueden hacer test, que están capacitados para ayudar, que pueden vacunar y que pueden hacer muchas cosas y, además, están legitimados.

Creo que la farmacia social y las estructuras que están por detrás de los farmacéuticos han dado una verdadera lección de responsabilidad social y nacional, porque podrían haber echado el cierre como cualquier otra empresa. Y el farmacéutico o el ayudante que trabaja en una farmacia y se ha ido a una casa privada, ha asumido un riesgo de infección.

“La farmacia social y las estructuras por detrás de los farmacéuticos han dado una verdadera lección de responsabilidad”

P. Con esas lecciones aprendidas que hay que comenzar a aplicar, ¿cuál será la hoja de ruta del PP en el Senado?

R. Hemos estado revisando ya todas las iniciativas presentadas por el PP en el Senado y hemos eliminado aquellas obsoletas. Las vamos a sustituir por otras, cuya elaboración empieza el martes 21 septiembre. Tienen dos líneas generales.

Una de ellas es una evaluación de lo que ha pasado y propuestas para modificar las estructuras sanitarias en el más amplio sentido del término, para adaptarlas y que sean más efectivas frente a lo que pueda venir en el futuro.

Otra cuestión es que vamos a empezar a hacer propuestas con fuerte contenido social. Nos vamos a centrar en lo que tenga un beneficio directo para grandes sectores de la población y que den una cobertura a necesidades muy reales que ahora mismo están muy abandonadas, fundamentalmente por dejaciones de función del Ministerio. Vamos a exigir al Gobierno que asuma funciones de coordinación general, de establecimiento de marcos jurídicos generales, para, por ejemplo, hacer un encaje global de la farmacia. Creo que el papel de la farmacia hay que revisarlo completamente. El Ministerio debería dar algún tipo de directriz o fomentar algún tipo de acuerdo interterritorial para que todas las comunidades adapten sus normativas a lo que ha pasado.

A la sociedad también le hacen falta cosas que no tienen que ver con la COVID-19. Están los pacientes oncológicos, diabéticos o con EE.RR. que tienen determinadas necesidades. Y, por pocos pacientes que haya de cada EE.RR., al final, existen muchos pacientes.

También estamos valorando unas iniciativas referentes a eliminar o paliar las profundas asimetrías en sanidad que existen en nuestro país. Un paciente diabético me contaba recientemente que para él irse de vacaciones es un desastre, porque tiene que llevarse la insulina, porque vas a otra comunidad y estás en el borde de que te la quieran recetar o no. Eso no puede ser. Si no se pone insulina, se puede morir.

El Grupo Popular en la Comisión de Sanidad es un grupo profundamente técnico (seis médicos, un veterinario, un farmacéutico y personas con experiencia en gestión sanitaria) y las iniciativas que yo intento promover, quiero que las entienda todo el mundo. Yo busco que, si hago una propuesta sobre diabetes, hipertensión o pacientes oncológicos, las personas que puedan verse afectadas o tengan un interés personal en ello, puedan entenderla.

P. Entre las líneas que ha desgranado, está el cáncer. ¿Cuáles son los siguientes pasos a dar tras la Estrategia nacional de cáncer?

R. Vamos a hablar con oncólogos para que nos propongan ideas. Pero, como profesionales, también tenemos nuestras ideas. Personalmente, hay una cuestión que me preocupa: no tiene nada que ver tener un cáncer en Lanzarote que tener un cáncer en Madrid. La experiencia vital de ese paciente o la asistencia que se presta no tiene nada que ver.

Me gustaría que fuéramos capaces de homogeneizar la asistencia que se presta frente a enfermedades, no solo oncológicas, sino aquellas que suponen un condicionamiento vital dramático: EE.RR., enfermedades deteriorantes (como la diabetes), enfermedades neurológicas, etc. Que la atención que se presta a esas personas sea lo más similar posible en las cuatro esquinas de este país.

P. El acceso a innovaciones, y no solo en oncología, sino en todas las patologías, es otro tema importante que abordar. ¿Tenéis alguna iniciativa en este sentido?

R. Sí, tenemos una iniciativa en marcha para exigir al Ministerio que los plazos de homologación y establecimiento de financiación de los nuevos fármacos se aceleren. Hay fármacos que se quedan tres años esperando. Para un paciente que tiene una enfermedad que limita o amenaza su vida, saber que hay un fármaco de uso cotidiano que está disponible en otros países de Europa, pero no en España porque está inmerso en un trámite eterno, es muy duro y no se puede permitir.

La aprobación de la financiación debe ser un trámite inmediato. Éticamente no es permisible que haya demoras en esto. Si tardamos tanto tiempo en aprobar la financiación de un fármaco nuevo, los facultativos no pueden utilizar ese fármaco, no adquieren experiencia, no pueden publicar esa experiencia y estamos en desventaja desde un punto de vista científico respecto a otros países que son más ágiles que nosotros.

P. También hay que poner el foco en Salud Mental, pues la pandemia ha agravado este problema. ¿Qué acciones vais a liderar al respecto?

Hemos empezado a constituir ya una mesa de especialistas de Salud Mental por iniciativa de Ana Pastor y vamos a convocar a grandes profesionales del sector para que establezcan unas directrices de la acción sanitaria en Salud Mental en un futuro próximo e incorporaremos sus recomendaciones a las propuestas políticas del Partido Popular.

Salud Mental va a ser una de las grandes estrellas de la acción política sanitaria del PP de los próximos años tanto a nivel nacional como a nivel autonómico.

P. Varios grupos parlamentarios, entre ellos el PP, se han quejado del papel que se le ha dado a la Comisión de Sanidad en la Cámara Alta y más en un contexto de emergencia sanitaria. ¿Qué opina sobre ello?

Es una vergüenza que la Comisión de Sanidad del Senado se convoque anecdóticamente. Nueve comisiones en toda la pandemia, o lo que es lo mismo, en toda la legislatura. Deberían ser obligatorias dos comisiones de Sanidad al mes. La ministra este año no ha ido al Senado. Eluden el control parlamentario.

Me he reunido con Ana Pastor en dos ocasiones y vamos a coordinar por completo la acción política de Congreso y Senado y establecer líneas tácticas conjuntas. Ya hemos establecido una serie de cuestiones por donde tenemos que ir, que son, básicamente, los temas de COVID-19, de forma muy especial el tema de la vacunación, la cuestión del MIR también es importante para nosotros, recursos humanos, etc.

“Es una vergüenza que la comisión de Sanidad se convoque anecdóticamente”

Porque estamos perdiendo gente. España es el segundo país de la UE que peor paga a sus sanitarios después de Grecia. Es una barbaridad la cantidad de médicos o enfermeras que se van a Portugal porque las condiciones de trabajo son mejores. Y seguimos sin hacer nada. Eso no es un problema de las autonomías. La competencia de remuneración, el sueldo base de los sanitarios, es decisión central.

La capacidad de retención de profesionales, no solo para que no se vayan al extranjero, sino para que no se vayan a hospitales privados, igual mejoraría si mejorara su remuneración. He visto a muchos profesionales de la sanidad pública marcharse a la privada por una cuestión de remuneración.

El sistema público tiene que empezar a entender el concepto de competitividad porque vive en un universo muy competitivo. Ahora mismo, los hospitales privados son muy atractivos en lo que se refiere a la captación de profesionales y no nos damos por enterados. El término competitividad hay que meterlo en recursos humanos porque si no, seguiremos perdiendo gente y no lo podemos permitir.

No basta solo con aumentar las plazas de formación, que hay que hacerlo, pero una vez que hemos formado e invertido en grandes profesionales, hay que hacer algo para que no se vayan.